Amigo le pone trampa y lo entrega a secuestrador

La roja 29/09/2016 05:00 Arturo Ortiz Mayén Actualizada 10:28
 

Le dijo “soy policía judicial” y de inmediato lo metió a un Jetta rojo encañonándolo con una pistola.

Jessy Imanol, quien estaba con su primo, un amigo y dos mujeres más en calles de la colonia Nicolás Bravo,  delegación Cuauhtémoc, no pudo reaccionar porque de inmediato otra persona que estaba en los asientos traseros del auto, lo obligó a recostarse para vendarle los ojos.

Eran aproximadamente las 21:20 horas del 13 de octubre de 2015 cuando Jessy fue raptado por una banda, cuyo líder estaba preso, precisamente por secuestro.

Sin saber que fue entregado por su supuesto amigo, Bruno Fabrizio Pérez,  quien esa noche lo acompañaba y fingió mostrarse sorprendido cuando el automóvil se detuvo de manera intempestiva frente a ellos.

EL CAUTIVERIO. El auto comenzó a circular por diversas calles, sin que Jessy supiera hacia dónde iban. Pasaron varios minutos hasta que llegaron a una casa. Le quitaron los tenis y su celular; escuchó a una mujer que lo tomó del brazo derecho y lo condujo hacia unas escaleras.

Ella fue quien le dijo que estaba secuestrado. Le indicó que el tiempo que estuviera ahí no dependía de ella, ni de él, sino de su familia, quien pagaría el rescate. La mujer lo metió en un cuarto y lo empujó sobre un colchón que estaba en el suelo.

Jessy alcanzó a levantarse un poco la venda de los ojos y vio que cerca de él estaba un hombre adulto, quien también estaba secuestrado.

En ese momento, la mujer le dijo que lo iban a grabar y tenía que obedecer todo lo que le dijeran para que no lo golpearan.

Uno de los dos hombres a los que logró ver le ordenó que se quitara la ropa, se hincara y sostuviera un periódico a la altura del pecho.

Después le dijo que tenía que hablar sobre los vehículos y los locales comerciales de su familia. También que diera los nombres de sus padres y hermanos. Ese video fue enviado a los familiares de Jessy con una petición millonaria para liberarlo.

EL RESCATE. En esa casa de seguridad, ubicada en la colonia Constitución de 1917, en Iztapalapa, pasó 23 noches cautivo mientras se negociaba su rescate.

Dormía en el colchón junto al señor de edad avanzada que al igual que él estaba secuestrado. Lo ataron de pies y manos, y en todo momento estaban vigilados por alguien, hasta cuando les permitían ir al baño. A veces, por puro gusto, los golpeaban para que no olvidaran que ahí, no eran alguien.

El tormento terminó el 5 de noviembre cuando agentes de la Fiscalía Antisecuestros de la Procuraduría capitalina irrumpieron en el domicilio. El ruido de la puerta metálica de la calle al ser derribada y las voces de los agentes que tomaron el control de la casa en segundos, le regresó la calma.

Poco después supo que lo habían rescatado, junto con el adulto mayor y otra persona que estaba cautiva en otra habitación de ese inmueble.

En el lugar fueron detenidos dos hombres y una mujer. Poco después sabrían que ella, Verónica Sacadas Burgos, era la pareja sentimental del líder de la banda, Enrique Armendáriz Reyna o Enrique Rebollar Martínez, preso en Santa Martha Acatitla por secuestro.

Él era encargado de hacer las llamadas y las negociaciones, así como fijar los lugares de entrega del rescate y las cantidades.

Ella llevaba y traía la información a Armendáriz Reyna durante las visitas a prisión, y era la encargada de articular a los miembros de la banda. Los otros dos detenidos se encargaban de levantar y cuidar a las víctimas.

Con su captura se supo que un amigo de Jessy había aportado la información para plagiarlo.

Él fue Bruno Fabrizio Pérez, quien fue detenido un mes después y el pasado 31 de agosto fue sentenciado por el Juez 18 Penal con sede en el reclusorio Oriente, a 50 años de prisión. Sus cómplices aún siguen bajo proceso. 

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