Viola y mata a su prima

La roja 28/04/2016 05:00 Arturo Ortiz Mayén Actualizada 05:00
 

Antonia López  Pérez encontró la muerte cuando llamó a su primo para que la acompañara a superar una decepción amorosa que crecía con cada trago de cerveza que daba.

Sentada frente a la botella en una lonchería de la Merced, Antonia, de 16 años, quiso contarle a alguien su pena y llamó a Alfonso Jiménez López, de 30, uno de sus escasos familiares en la ciudad desde que salió de Chiapas.

Alfonso no tardó en llegar al molino de la colonia Obrera, donde trabajaba, y le rentaban un cuarto para dormir. Esa noche del 16 de septiembre de 2011, bebieron y platicaron. Ella le contó su pena, le dijo que horas antes se vio con su novio, quien para dar por terminada la relación le aseguró que había muchas mujeres mejor que ella, y no la volvería a ver.

Las cervezas fluían y mientras ella buscaba un confidente, él vio en ella una presa fácil para llevarla a la cama, sin importarle que casi le doblara la edad y los padres de ambos tuvieran una relación cercana.

Antes de la medianoche, Antonia y Alfonso salieron del lugar, ella, dijeron los testigos, apenas podía caminar.

Lo que ocurrió después se ha reconstruido con base en las pruebas periciales realizadas por la Procuraduría capitalina y las hipótesis que se trazaron para resolver este feminicidio.

Aparentemente, al salir de la lonchería, Alfonso la llevó a su cuarto en la colonia Obrera, donde abusó de ella. La joven se opuso y fue golpeada hasta la muerte.

Se cree que después, Alfonso sacó el cuerpo de su prima de la vivienda y lo ocultó entre la basura que se acumulaba en las calles de Juan Antonio Solís y Bolívar, en la colonia Obrera, a unos 200 metros de donde él vivía. Horas más tarde, el cuerpo sin vida de Antonia fue encontrada semidesnuda y con huellas de golpes en el rostro.

El resultado de la necropsia señaló que murió por el conjunto de traumatismos y que fue violada.

Se realizaron exámenes de laboratorio en materia de genética forense y llamó la atención de los investigadores que su perfil genético y los restos de semen encontrados en su vagina fueran similares.

Se pensó en un familiar, aunque para esos momentos el principal sospechoso era el novio que la chica tenía, luego de enterarse por los testigos de identidad que tenía una relación que no iba bien.

Cuando lo llevaron a declarar, el novio admitió que ese día la ofendió y le pidió que no lo buscara, sus coartadas fueron comprobadas y ante la falta de más indicios quedó en libertad.

Semanas después, los encargados del caso tenían claro que el homicida podría ser su primo y lo capturaron meses después.

Al rendir declaración ministerial, negó las imputaciones, pero al practicársele la prueba de ADN, resultó compatible el perfil genético con los restos encontrados en la vagina de la víctima.

Alfonso fue consignado a prisión, donde después de un proceso de tipo ordinario, un juez penal lo sentenció a 40 años de prisión.

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