¡Arriba México!

17/06/2014 03:00 Lulú Petite Actualizada 09:25
 

Querido diario: 

Cuando llegué con Javier, mi cliente de esa tarde, me esperaba viendo la repetición del partido México-Camerún.

Recordé el juego visto esa misma mañana, el entusiasmo, las bromas, el coraje por los dos goles robados a México por un juez de línea con serios problemas de miopía o empeñado en vengar algún desaire a Belinda anulándole a Gio todo lo que metiera en la portería africana. Recordé el nerviosismo y el gusto, cuando al fin cayó el gol de Oribe, incuestionable, como aquellos con los que firmó el oro olímpico hace dos años.

—Da gusto ver ganar a la selección ¿verdad? Le dije sonriendo.

—Camerún que se duerme, respondió.

—Se lo lleva la  tiznada, completé. Reímos.

Como ya sabíamos el resultado del juego, después de la broma tomó el control remoto y apagó la televisión. No resulta la mejor idea tratar de hacer el amor con una narración futbolera como música de fondo. Caminé hasta él, le quité el control y parándome de puntitas le di un beso en los labios.

—Te ves muy guapo, le dije. Javier es un cliente a quien veo con cierta regularidad. Es muy alto, fornido y tiene un miembro tremendo. Grande, pero no tanto que lastime, lo bueno de él es que es rinconero. Sabe cómo meterla, cómo moverla y, sobre todo, cómo hacerme terminar cada que me coge. Al principio no era así, pero conforme nos hemos ido conociendo ha agarrado una práctica que hoy lo hace infalible. Qué te puedo decir, sencillamente ya nos conocemos en la cama y, por eso, me encanta cuando llama.

De inmediato comenzaron los besos y las caricias. Me le colgué del cuello y él metió sus manos bajo mi vestido, lo sacó con destreza y sin dejar de besarme me quitó el sostén y devoró mis pezones. Me senté a la orilla de la cama y cuando él puso su sexo en la comisura de mis labios comencé a chupar. Estuve así varios minutos, sentadita, sintiendo su miembro llenar mi boca, mirándolo, calculando sus reacciones.

—Me toca ¿Puedo? Me preguntó insinuando que deseaba también comerse mi sexo. Dejé caer la espalda hacia atrás quedando con los pies en el piso y el cuerpo en la cama, en cuanto abrí las piernas, él se arrodilló y, tomándome por los muslos, acomodó su boca en mis labios para devorarme. Lo hacía bien, me tenía gimiendo, siempre al borde del orgasmo.

—Quiero estar dentro de ti,  me dijo asomando la cara de entre mis piernas y, con un movimiento ágil trepó por mi cuerpo hasta encontrar su cara con la mía y poner su miembro apuntando entre mis piernas abiertas, sentí su pecho rozar mis pezones, sus labios besar los míos, lo abracé, moví la cadera hacia él y, impulsándome con los brazos en su espalda y, rodeando sus muslos con mis piernas, lo empujé hacia mí con los talones y solita me empalé.

Él apoyó las manos sobre la cama para no aplastarme y me comenzó a dar con fuerza. Te juro que se mueve tan sabroso, que cierro los ojos y me dejo llevar. Cuando al fin sentí el orgasmo correr por mi sistema nervioso, fue espléndido. Después nos recostamos, satisfechos y exhaustos.

—¿A quién le vas en el mundial? Le pregunté después del sexo, para hacer plática en lo que recuperaba la energía para un segundo brinco.

—Le iba a España, pero después de la masacre, no sé, creo que vienen cansados, no se puede ganar la Champions y unas semanas después querer el bicampeonato mundialista. Yo espero que gane Brasil.

—Pero el martes le vas a México ¿Cierto?

—Pues… te diré… Hay que ser realistas.

—No, hay que ser idealistas.

—Los idealistas se decepcionan muy seguido.

—Pero nos divertimos más. Ya ves hace cuatro años. A estas alturas del mundial, pocos pensaban que México pudiera ganarle a Francia y ya ves.

—Ganarle a Francia en Sudáfrica no es lo mismo que ganarle a Brasil en Brasil.

—En la cancha todo es posible.

—En tus sueños todo es posible Lulú, en la cancha pesa más la historia, la tradición, la experiencia y, claro, estar en casa. Yo creo que México pierde con Brasil, le gana a Croacia y lo descalifica Holanda o España en octavos de final.

—Pues yo prefiero tener confianza. Ya en la cancha son once contra once, con buen juego y un golpe de suerte todo puede pasar.

—Son once contra doce, si los árbitros siguen jugando a favor de Brasil.

—De todos modos, podemos ganar.

—En el futbol no hay milagros.

—Pero hay sorpresas, ya viste a Costa Rica.

—Está bien. Ya veremos el martes ¿Cogemos?

—Cojamos.

Y el martes es hoy. Nos toca jugar con Brasil. Igual Javier tiene razón. Las probabilidades no ponen a México como favorito, pero hay corazón. Hace dos años, en Londres, México tampoco era favorito para el oro olímpico. El rival también era Brasil. Este martes debemos despertar con la certeza de que todo es posible, son once los nuestros que estarán en la cancha, pero millones quienes queremos verlos ganar. Vistámonos de verde y si alguien te pregunta ¿Brasil o México? No lo pienses: ¡Arriba México! Y quien lo dude, que vea un mapa.

Lulú Petite 

Hasta el jueves

 

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