“Adorable” Por Lulú petite

15/07/2014 03:00 Lulú Petite Actualizada 07:15
 

Querido diario: 

Eran casi las 4:00 de la tarde cuando salí de la ducha. Tomé una toalla seca la froté en mi cuerpo. Salí del baño seguida por una nube de vapor que se perdió en mi habitación. Me vi al espejo absolutamente desnuda y sonreí. Me senté en la cama y abrí la laptop sobre mis piernas para revisar mi correo electrónico. El primero:

De: Carlos D.

Enviado: viernes 11 de julio de 2014, 09:49:56 p.m.

Para: Lulú Petite ([email protected])

Asunto: Quiero verte.

Hola Lulú. Vi tus fotos y quiero verte ¿me puedes dar informes?

Respondí de inmediato: Hola Carlos, gracias por escribirme. Te platico: En una cita la idea es pasarla muy rico y consentirnos mutuamente en un buen rato de sexo alegre. Yo digo que son terapias sexuales, después de todo, la vida es gozar y el sexo es una de las cosas que más nos hacen disfrutar. ¿Qué haremos? Ya sabes: muchos besitos bien dados, caricias, mimos, arrumacos, sexo oral y vaginal, todo con preservativo. Lo único que te puedo advertir es que te la vas a pasar súper bien. Pero cuando quieras verme, mejor llámame y así nos ponemos de acuerdo.

Después le dejé mi número telefónico y lo envié. Estaba por seguir revisando correos cuando sonó el teléfono:

—Hola Lulú, soy Carlos, acabo de recibir tu correo.

—Hola Carlos, qué bien.

—Quisiera verte ¿puedes hoy?

—Sí claro. ¿A qué hora quieres que nos veamos?

—¿Te parece bien a las cinco y media?

—Claro.

Nos pusimos de acuerdo en el motel y quedamos en que llamaría cuando estuviera instalado para darme el número de habitación. Puse la computadora en mi cama y me levanté para vestirme.

Escogí un vestido azul oscuro con la espalda descubierta, y un par de tacones que me encantan, altos y elegantes. A las 5:00 en punto Carlos llamó para confirmar el hotel y número de habitación. Nos veríamos en la 306 del Villas. Un poco menos de cinco minutos después ya estaba en mi coche rumbo al compromiso.

Las habitaciones en ese motel están padres. Tienen una ducha con cristales polarizados, de modo que si estás afuera y en la bañera la luz está encendida, quien se baña sólo ve espejos, pero desde la cama se ve perfectamente a quien se está duchando. La cama tiene siempre sábanas limpias y un edredón azul marino con delgadas líneas blancas que forman cuadros. Al frente hay un espejo y la cabecera tiene luces de neón, hay una pantalla LCD de alta definición en la que, además de la programación habitual de televisión de paga, hay buenos canales porno. 

Carlos tenía la televisión prendida en uno de esos canales y estaba tomando un vaso de ron con coca.

—¿Quieres que te pida uno? ¿Qué prefieres tomar? Me preguntó. 

Francamente prefiero no beber alcohol cuando trabajo, así que le agradecí el ofrecimiento, pero abrí una botellita de agua que estaba en el tocador y le dije que con eso lo acompañaba. Vi que allí, en el tocador, junto a las botellitas estaban apilados los billetes de mi pago. Me miré de nuevo al espejo y sonreí.

Carlos es un hombre bajito, de unos treinta y dos años, un poco fornido. Viste de traje como si se hubiera escapado de la oficina, aunque precavido, el saco y la corbata los había acomodado cuidadosamente en una silla.

Apenas terminó su trago y me tomó por la cintura con fuerza. Me empujó contra la pared. Me quitó el vestido bruscamente, y reveló mi lencería. Sus manos apretaron mis senos mientras pasaba su lengua entre ellos, mojándome un poco. Yo acariciaba su erección por encima de sus pantalones, y él me quitaba el sostén, empezando a chupar mis pezones. Pude sentir a través de su ropa como su pene se volvía más duro y grande.

Me encantó sentir su lengua entre mis tetas. Gemí y desabroché su pantalón, revelando su pene completamente erecto y listo para tomarme. Bajé un poco, le puse un preservativo y traté de chupárselo, pero él me tomó por la cintura y me levantó, me dio vuelta y de una estocada metió su pene dentro de mí. Empezó a tomarme lentamente, besando mi cuello.

—Me encanta cómo aprietas mamita... Me encanta,  decía a mi oído entre gemidos. Tomó entonces mi pierna por debajo de mi rodilla y la subió un poco, empujando su pene más profundo en mí.

Mi cuerpo permanecía en placer constante, estaba siendo poseída por completo y me encantaba. Sus manos tomaron mis senos y los apretaban, entre mis piernas sentía su pene taladrándome fuertemente mientras él lo deslizaba hacia adentro y hacia afuera. El sonido húmedo me era excitante.

Salí perfectamente cogida y con una sonrisa de satisfacción en los labios. Saqué mi teléfono de bolso para activar el timbre. Cuando trabajo, acostumbro ponerlo en silencio para que no corte la inspiración si alguien me marca. Tenía tres llamadas perdidas de César ¡Carajo! Olvidé por completo que nos habíamos quedado de ver a las seis para ir al cine.

Llegué de volada a mi casa, casi a las 7:00 y allí estaba él, esperándome aún con una sonrisa. Vimos “Transformers”. Es adorable.

Un beso

Lulú Petite

 

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