Da el Grito con un pozole

Al día 15/09/2016 08:41 Paola Ascencio Actualizada 14:47

 

Unos años atrás, en Magdalena Contreras, nació un restaurante que consagra uno de los platillos más ancestrales de la cocina mexicana. 

Y es que desde 1994, este lugar rinde culto al patrimonio tradicional gastronómico con platillos preparados a base de maíz y con un pozole merecedor de cualquier fiesta patria.

El negocio resulta una joya cultural entre establecimientos pequeños de comida, calles estrechas empedradas y frente a una iglesia de pinta colonial. 

Claramente, Potzol-Cano no parece un local, sino un hogar caluroso que resguarda en su interior unas cuantas hileras de mesas de madera pintadas con colores alegres, la imagen de una virgen que apareció en la pared, y la historia que doña Aurora Martínez comenzó 22 años antes. La cocina adornada con jarritos de barro colgantes, la mesa de dulces tradicionales y las vaporeras de gran tamaño que conservan el jugoso caldo, parecen exhalar la memoria del sazón que comenzó en la colonia Observatorio. 

Ahí su pozole guerrerense se apoderó del paladar de los comensales; dos años después, el sabor llegó a la colonia Barranca Seca, en la casa de la familia Cano.

Potzol-Cano guarda la riqueza de lo típico mexicano. Así lo hace en sus enchiladas verdes cubiertas en una salsa de tomate fresca, picosa y espesa que cubre de manera uniforme las tres tortillas dobladas y rellenas de pollo. 

También lo hacen con las enchiladas poblanas que convergen un distintivo mole rojo con tortillas bañadas en crema, queso y ajonjolí; sin dudarlo, uno de los mejores platos.

De su cocina podrás deleitarte con otros guisados como las tostadas de tinga de res, pollo o picadillo, que aunque son ensopados y jugosos, conservan el crujido de las tostadas arenosas en las que se sirven, o si prefieres los sabores amargos, puedes probar sus patitas de cerdo en vinagre.

Si bien todas sus preparaciones provocan que la lengua salive, el legado de la casa está en su pozole blanco guerrerense, pero que lleva el sazón de manos hidalguenses. Aquí los granos de maíz no son precocidos, ni congelados, son de nixtamal puro que se cuece tras un largo proceso y luego se acompaña de trozos generosos de carne de cerdo que van desde la maciza, hasta la cabeza.

Las porciones en cada plato son tan grandes que apenas dejan el espacio suficiente para el caldo, pero eso no resulta ser un problema, pues puedes pedir un poco más cuando la porción baje. ¿Lo mejor? Aquí el cliente manda, así que después de recibir tu gigante porción en la mesa, lo podrás preparar a tu gusto con orégano, lechuga, rábano, chile y limón. 

¿El mejor tip? Pide guacamole para acompañar, se sirve en molcajete y te entregarán una montaña de chicharrón calientito y crujiente.

¿Dónde?

Visítalos de jueves a domingo de 10:00 a.m a 8:00 p.m, sobre la calle Fortín #9, en la colonia Barranca Seca, delegación Magdalena Contreras o en la sucursal de Av. Observatorio #409. 

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