Vive feliz; es una guerrera

Al día 21/07/2016 05:00 Astrid Rivera Actualizada 05:00
 

La decisión más difícil que ha tenido que tomar  Elizabeth  fue cuando quiso dejar de vivir con dolor y renunció a su pierna, que estaba demasiado dañada, luego de un accidente en una motocicleta. 

Elizabeth Sierra Buitrón ya no quería sufrir más operaciones, que siempre presentaban complicaciones, ya no se imaginaba seguir luchando contra su propio cuerpo para salvar una extremidad, por la que ya no quedaba mucho por hacer. "La última vez que me operaron fue casi imposible perforar el hueso, porque estaba descalcificado e infectado. Los doctores insistían en no amputar, pero para mí cada proceso era doloroso y les pedí que cortaran la pierna", comenta Elizabeth. 

Fue en mayo del 2014 cuando el martirio comenzó. Un amigo la invitó a dar un paseo en su motocicleta y mientras circulaban sobre el Eje 6 perdió el control del volante y ambos salieron proyectados. 

Su amigo quedó prensado bajo un camión de mudanzas; ella "voló" varios metros y terminó sobre el pavimento con una fractura expuesta en el fémur. El hueso y la piel quedaron empapados de diesel, gasolina y petróleo, tres solventes  peligrosos que requirieron bastantes lavados quirúrgicos.  Un mes en cama y Elizabeth estaba lista para caminar, pero al dar los primeros pasos su rodilla no reaccionaba; por el tiempo que estuvo inmóvil sus articulaciones estaban rígidas y requirió una nueva cirugía.

Esa operación fue la que dañó tibia y peroné, y desató una serie de complicaciones.  Elizabeth requirió parches de morfina para tolerar el dolor, fue operada en varias ocasiones y en cada una de ellas se presentaba un nuevo problema: un paro cardiaco, un pulmón ponchado, infecciones. 

“Llegó un momento en el que le dije a los doctores que pararan, yo ya no quería vivir con dolor, sentía que me iba a morir en una cirugía y pedí que me amputaran, ya no aguantaba más”, recuerda. Y fue el 14 de octubre, cuando Elizabeth comenzó de nuevo su vida, precisamente el día de su cumpleaños. "Nació una nueva yo. Se fueron las fuertes depresiones, el llanto, alguna vez pensé que ya no quería vivir y todo era por la pierna, cuando la amputaron volví a la vida", asegura. 

 

Esa decisión la hizo más fuerte, una guerrera que combina su trabajo en el Inmujeres de Iztapalapa con sus entrenamientos de levantamiento de pesas. "Yo no soy una persona con discapacidad, soy una mujer aguerrida que disfruta ayudar a otras mujeres y hacer deporte". 

 

Elizabeth ya participó en una primera competencia en la que obtuvo el cuarto lugar, y después de todo lo que ha superado ya no le teme a los retos ¿por qué no soñar con llegar a las Olimpiadas y subir al medallero?.

 

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