Hago el amor, no la guerra

Sexo 13/02/2017 05:00 Yudi Kravzov Actualizada 05:05
 

No sé cómo fue que se lo dije, pero me armé de valor y comencé a hablarle de mí. Le dije que nunca he sido un tipo negativo y que no voy a comenzar a serlo hoy. Sin embargo, con eso de que el presidente gringo es un tipo tan burdo, loco e impulsivo, que rechaza todo lo ajeno a su país, y que lo único que le interesa es dominar el mundo, nosotros dos deberíamos formar un campo de protección y de felicidad en nuestra vida, en nuestro mundo, en nuestra cama.

Le dije que somos el país más cercano y que él cree que porque estamos desorganizados nos va a poder aplastar si le da la gana, pero no es así. Por eso mismo, mantener su virginidad no es inteligente ni bueno. No es lo ideal, ni para ella, ni para mí, ni para nuestra relación. Le expliqué que comenzar a hacerlo nos llenaría de emociones lindas, de sentimientos positivos y de ganas de vivir. Es decir, ¿para qué esperar hasta que nos podamos casar si faltan dos años para eso?. 

¿Para qué seguir soñando con la luna de miel, si no tenemos idea de qué nos depara el destino? En este momento, sí sabemos lo que necesitamos y lo que queremos ser: una pareja amorosa que sube al cielo cuando se transforma en un solo cuerpo, dos almas que vuelan sin rumbo por el más allá.

Hoy le dije que dejemos fuera de nuestra esfera de poder y luz todo lo malo que pueda pasar, que nos olvidemos de los muros y de los gringos, de todo lo que nos aleje de la paz y el amor. Le dije que nuestras relaciones físicas no son sucias; que lo que hagamos nosotros en la cama, nos va a dar dignidad y ganas de pelear por lo nuestro, empezando por nuestra relación.

Me oí decir que hacerlo desde ahorita nos va a llenar de energía buena y positiva, de deseos de vivir y de hacer un México nuestro. Hacer el amor nos va a dar fuerza para no dejar que un loco nos meta miedo. Le expliqué que el sexo también sirve para la autoestima, para enaltecernos y pelear contra ese monstruo que quiere acobardarnos.

No tenemos por qué esperar, le dije a mi chica, y menos ahora que las cosas se están poniendo feas. No quiero ser negativo, ni me gusta pensar en que los vecinos del norte pueden hacernos daño, pero sé que necesito una dosis de alegría y de felicidad para mantenerme contento. Quiero sentir la fuerza de un león. El sexo me da eso, porque cada que me vengo me llega toda la energía al corazón.

Y no le estoy mintiendo. En verdad tengo miedo de que las cosas se pongan más feas de lo que ya están. Me asusta la ansiedad que me da sentir que somos un país vulnerable y lo único que me calma es dormir satisfecho. Hacer el amor me ayuda mucho, pero no me quiero ir con otra. No tengo ganas de ponerle el cuerno, ni de pagar por sexo. Ahora que el mundo parece que se va a poner tan gris, quiero cabalgar con ella y montar juntos hasta el cielo. Haciéndoselo, le voy a decir que la quiero con los dedos, con la lengua, con todo mi cuerpo y con el suyo.

Soy raro, no sé si especial o único, pero a mí los nervios, la ansiedad y la frustración del futuro se me desaparecen haciendo el amor. A pesar de todo lo que pueda estar pasando, refugiado en mi camita y con mi reinita, siento que tengo mi espacio de luz eterna.

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