¿Se las doy antes de la boda?

Sexo 09/01/2017 05:00 Yudi Kravzov Actualizada 05:05
 

Desde que Mario me invitó a salir, me enamoré de él. Lo conocí en diciembre, comprando regalos navideños. Por eso, para nosotros estas fechas son especiales. Cumplimos tres años y me resulta muy difícil no imaginar nuestra vida juntos. He aprendido a querer y comprender a su madre, a sus hermanas, y a una sobrina poco más chica que yo. Mi madre y yo nos hemos empeñado en que Mario se sienta uno más de la familia. Mi papá y mi hermana también lo quieren bien. Mario y yo nos hemos encontrado como dos grandes pilares que pronto se van a unir.

Puedo decir que estos años que hemos estado juntos, los hemos pasado muy bien y nuestro amor ha florecido. Sin embargo, de un tiempo a la fecha hemos estado discutiendo. Él quiere hacerlo y yo no me siento segura. A mí me parece que el sexo es un paso que se da cuando Dios lo permite y lo avala; antes, no. Y claro que se lo dije desde el primer día, pero con el tiempo él ha insistido, y ahora parece que es la disputa en la que se centra nuestra relación. No entiendo por qué las cosas se modificaron de esa forma y cómo es que lo que sólo era nuestro e importante, dejó de serlo.

Mario no es religioso y se ríe de mí. Insiste en que Dios no es quien me debe dar el permiso de tener relaciones sexuales, y a mí me parece que se equivoca. Él dice que Dios está dentro de nosotros, no por encima, y me cuestiona si es Dios quien va a decidir por mí. Aunque mi madre y la suya no saben nada de esto, este problema nos ha distanciado. Yo creo que un hombre que no piensa en Dios no debería ser el padre de mis hijos. Ya desobedecemos a muchas cosas sin la intención de hacerlo, como para que encima las hagamos a propósito. Además, estamos a seis meses de que pida mi mano. ¿Por qué no se aguanta? ¿Será esta una señal de que Mario no es para mí? Su terquedad me hace trizas,  me molestan sus dudas y su insistencia. 

Voy a la iglesia a tratar de encontrar una respuesta. No se lo cuento al padre ni a nadie, porque creo que esos son mis secretos, y si los cuento, me voy a sentir rara el resto de mi vida.

Podría notar la desconfianza en los ojos de los demás si se enteran de mi secreto, y yo no estoy dispuesta a contarle a nadie sobre mi vida sexual.

No puedo compartir mis dudas ni mis temores. No quiero que lo juzguen mal. La pregunta parecería filosófica, religiosa, enormemente confusa. La verdad es que quiero que el hombre con el que comparta la vida me respete cuando le hable de mi sentir y mi creer; no es filosofía, es verdad. Quiero sentirme respetada y no casarme con quien me trate de cambiar.

Termino otro año junto al hombre del que me enamoré y, confundida, me pregunto si voy a ser feliz o si vamos a tener la eterna discusión sobre lo que necesito y quiero, sobre quién soy yo y quién es él. Empiezan los festejos, las reuniones en su casa, las comidas con mis tíos, todas las celebraciones en torno a la Navidad, las posadas, los regalos, y dentro de mí crece la duda de si Mario es o no el hombre con el que debo compartir mi vida. Veo todo el ambiente a mi alrededor y pienso en que pronto tendré mi casita, mis paredes, mis propios adornos navideños y me sorprendo a mí misma dudando: ¿con Mario sí o con Mario no?

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