ÍDOLOS SIN SANTUARIO

26/06/2015 05:30 El Hijo del Santo Actualizada 17:35
 
Estimados amigos: Hoy tocaré un tema en el que seguramente ustedes estarán de acuerdo conmigo. Lo haré con palabras de mi padre, a quien en una ocasión, en la Universidad, le propuse que hiciéramos muñecos de acción con su imagen y con un tono de resignación me dijo: “¡Ay mano, si yo hubiera sido norteamericano mi personaje superaría al de Supermán!”.
 
En ese momento no comprendí su comentario, sólo le pregunté por qué decía eso y me comentó: “Mira, yo he creado un personaje con el cual puedes platicar, al que puedes ir a ver luchar en una arena y a quien puedes pedirle un autógrafo si lo encuentras en la calle. Supermán no camina por las calles, ¿verdad? Sólo en sus películas”.
 
Después de tantos años entiendo totalmente a mi padre, al decir que su personaje estaba desperdiciado porque no recibía el total apoyo para hacerlo más grande y porque siempre apoyaba a las autoridades y éstas únicamente le daban las gracias. 
 
Así mismo,  en nuestro país se les brindan más oportunidades a los extranjeros que al talento mexicano. Ahora lo vivo y siento en carne propia,  ya que durante más de 15 años he tocado puertas ante los gobiernos de mi país para montar lo que podría ser el museo o la casa de El Santo, porque quiero compartir con todos ustedes sus objetos personales, su ropa, agendas, máscaras, capas, guiones originales. 
 
Bueno, hasta conservo sus rastrillos, plumas  y un sinnúmero de cosas que estoy seguro disfrutarían mucho. 
 
Lo más que hemos logrado mi productora y yo con el incondicional apoyo del Museo de Cera, que finalmente es de ellos, es que la figura de mi padre esté presente en este recinto. También logramos montar exposiciones itinerantes en diferentes espacios de nuestro país y del extranjero, que sinceramente han sido todo un éxito. 
 
En el Distrito Federal expusimos en la Biblioteca José Vasconcelos y en el Palacio de Correos de México cuando lanzaron el timbre conmemorativo de él y mío, en el Centro Cultural de Santo Domingo, y lo logramos sólo con el apoyo de los delegados o directores de los espacios, mas no por el gobierno de la ciudad de México y mucho menos por el gobierno federal.
 
Un claro ejemplo es la estatua que está en las calles de Jesús Carranza y Gorostiza, la cual pagué con mi dinero y el espacio me lo cedió la delegación, que por cierto hasta hoy no he logrado que me entreguen el comprobante de que es de mi propiedad. 
 
El caso es que lamentablemente no tengo el presupuesto para montar un museo digno para mi padre y me conformo con tenerlo de manera privada porque yo he invertido mi tiempo, esfuerzo y dinero; por lo tanto,  me pertenece.
 
Con nuestro trabajo hemos logrado exponer en el Festival Cervantino de Guanajuato y en otros estados de la República mexicana con enorme éxito, pero siempre ha sido gracias a nuestra iniciativa y al apoyo de algunos amigos personales. 
 
También logramos viajar a Perú y a Colombia, países en los que los admiradores de mi padre se volcaron para ver los objetos más representativos del personaje con el que crecieron, leyendo sus historietas y también emocionándose con sus películas. 
 
De manera personal me he reunido con los hijos de Cantinflas, Lola Beltrán, Pedro Infante, Javier Solís, Tin Tán y Olga Guillot, para ver si juntos podríamos lograr algo, pues todos conservamos vestuario, sombreros, guitarras, trajes e innumerables objetos de nuestros respectivos padres, porque increíblemente ninguna autoridad ni el Conaculta nos ha tomado en cuenta. 
 
Así que entiendo la postura de Mario Moreno Ivanova, quien está en pláticas con el Instituto Smithsoniano, que es el complejo de museos más importante de Estados Unidos, con el cual quiere vender la colección de artículos de Cantinflas.
Es triste que en otros países le den más facilidades y apoyo que en México;  será criticado o apoyado por algunos,  pero la realidad es que tiene, igual que algunos otros herederos de grandes de México como yo, artículos muy valiosos reconocidos internacionalmente y que deben  ser expuestos como se merece. 
 
Mario ha recurrido, igual que yo, con autoridades de cultura y gobierno sin obtener una respuesta. Es triste, pero es una realidad;  sin embargo,  seguiré intentando hasta lograrlo. Y si no es con el gobierno, entonces será con la iniciativa privada. 
Nos leemos la próxima semana para que hablemos sin máscaras.
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