Sigue puliéndose

Deportes 04/08/2017 05:00 El Hijo del Santo Actualizada 05:03
 

No sé si han notado que mi hijo Santo Jr. no ha estado presente en los recientes eventos que hemos realizado  en la Ciudad de México. La razón es que se fue un mes a vivir y  entrenar a  Denver, Colorado, aprovechando las vacaciones de verano y de la universidad. 

 

Esta nueva experiencia de preparación la realiza bajo  la supervisión del  multicampeón mundial de ECW, TNA, WWE y un experto en artes marciales mixtas, Bobby Lashley, con quien ha iniciado una sincera relación de aprendizaje y amistad. 

 

Santo Jr., quien aprende y madura día a día dentro del bello deporte de la lucha libre, quiere ser un luchador completo en cuanto a técnica se refiere. 

 Y me enorgullece ver que lo está haciendo muy bien,  pues sabe de la enorme responsabilidad que lleva a cuestas al ser la tercera generación de la dinastía de El Santo.

 

Desde muy jovencito inició sus entrenamientos en taekwondo, jiu-jitsu, kick boxing y lucha olímpica, inter colegial y lucha libre profesional. 

Ha estado bajo la supervisión de grandes luchadores como Solar, el Dandy, Heidi Karoui, Último Guerrero, Súper Crazy y, obviamente, El Hijo del Santo. 

 

Como padre siento un enorme orgullo hacia él, porque desde que cumplió 16 años tomó decisiones importantes en la vida para ampliar sus horizontes. 

Algunas de ellas fueron trasladarse a   Europa y Oceanía, así como cursar un semestre de la preparatoria en un intercambio entre su escuela y una  de Nueva Zelanda.

 

Regresó más maduro, más responsable y perfeccionó su inglés. Un año después aceptó el reto de entrenar por tres meses en un dojo de la empresa Pro Westling NOAH, en Japón.

 Fue una enorme experiencia para él, ya que se unió a la lista de hijos de luchadores que han entrenado en ese lugar, como Ross y Marshall Von Erich y la estrella de WWE,  Ted Di Biase Jr. 

 

En esta etapa de preparación en suelo nipón  convivió con luchadores japoneses como Ogawa Yoshinari, Taiji Ishimori, Lyger y Tiger Mask. Aún le falta mucha lona, como decimos en el argot de la lucha libre.  Yo pasé por ahí, todos pasamos por ahí,  pero con el tiempo se verán los resultados. 

 

Por ahora la exigencia es la misma que mi padre me hizo a mí:  estudiar, porque en este deporte no se sabe cuándo va a tener uno una lesión. 

 

“Sólo se ha perdido cuando se deja de luchar”.

 

Nos leemos la próxima, semana para que hablemos sin máscaras. 

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