Llorarás, llorarás y ...

Deportes 02/09/2016 05:00 El Hijo del Santo Actualizada 05:02
 

Ayer  jueves nuestro inolvidable Javier Solís cumpliría 85 años de edad, pues  nació un  1 de septiembre de 1931 en Nogales Sonora. Este gran cantante murió siendo aún muy joven, de 35 años, y en la plenitud de su carrera artística.  

Pedro Armendáriz Jr. describe poéticamente lo siguiente: “Cuando Javier Solís apareció en el panorama musical mexicano, a fines de los 50's, la  época de oro de la canción ranchera ya se había consumado. Solís asumió su deuda con Pedro Infante cantando en su sepelio, confundido entre miles de admiradores. Era otro México, un México nuevo, urbano, que prefería la pasión del bolero”. 

“La crianza de Javier fue urbana, la del arrabal de la ciudad de México, los gimnasios de boxeo, los cines 'piojito' y la palomilla”. 

En una interesante grabación el propio Javier nos cuenta  su historia y con su peculiar voz nos dice: “Aquí está su cuate de siempre Javier Solís, quiero saludar a todos los 'cuates y cuatitas'.  Mi verdadero nombre es Gabriel Siria Levario y el recuerdo más grato de mi infancia  en haberme criado en Tacubaya, un barrio tan bonito con un grupo de amigos a los cuales estimo mucho y hoy aún más, porque han ayudado y apoyado  mi humilde carrera artística. 

“Antes de ser cancionero fui aprendiz de mecánico, después panadero y 10 años trabaje como  tablajero en un rastro y después en diferentes carnicerías, la que más recuerdo es una de nombre La Providencia, ubicada en la colonia Condesa y en donde ganaba 17 pesos diarios.

 “También fui boxeador, aunque no llegué a ser profesional. Me gustaba el deporte de los 'moquetes´ porque me sabía defender y me mantenía en buena condición física; entrenaba en la calle de General Cano, en una arena de nombre Hollywood. 

“Mi vocación artística inició por hambre y en Garibaldi corrí con tan buena suerte que todos los grupos de mariachis me dejaban cantar con ellos. Ganaba entre 30 y 40 pesos y me dije: ¡pues aquí está  la papa, criatura!  

“Me inicié de chiripazo porque una noche trabajando en el Bar Azteca llego Julito Rodriguez Reyes, del trío Los Panchos, y me llevo hacer mi primera prueba de canto y me cambio la vida. Mi primer hit musical  fue “Llorarás, llorarás” de Rafael Ramírez. Logré modernizar  el sonido del mariachi pues quería  hacer que se escuchara  más agradable, más fino, más sinfónico. Y me dio por grabar bolero con mariachi y le gustó a la gente”, concluye. 

Mi padre admiraba  y sentía un enorme aprecio hacia Javier Solís, fueron muy buenos amigos y su repentina muerte lo impactó mucho aquel fatídico 19 de abril de 1966, cuando murió por una infección en los canales biliares, seguido por un infarto al corazón en el hospital Santa Elena de la Ciudad de México. 

Esa sincera amistad ha vuelto a florecer a través de Gabriel Solís y un servidor , que como hijos de esos dos grandes ídolos mexicanos nos sentimos muy orgullosos de la amistad que unió a nuestros padres y que hoy nos une a nosotros. 

Así como Javier Solís fue un ser irrepetible, ahora lamento con mucha tristeza la muerte de otro grande y orgullosamente mexicano: Juan Gabriel, de quien hoy empieza su leyenda.

Nos leemos la próxima semana, para que hablemos sin máscaras.

 

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