Familia de Lupita quiere justicia

La roja 12/09/2017 10:01 Lydiette Carrión Actualizada 10:01
 

Lydiette Carrión

Verónica Guadalupe Benítez Vega tenía 21 años y un bebé de tres meses cuando fue asesinada, presuntamente, por Luis Ángel, su esposo. Fue apuñalada 17 veces y lapidada hasta la desfiguración y la muerte. Sus deudos reciben amenazas de la familia del probable feminicida, y burlas por parte de los ministeriales.

Eran aproximadamente las 11:30 de la mañana del jueves 6 de julio de 2017, cuando sonó el teléfono de la familia Benítez Vega. Juana, hermana mayor de Verónica, contestó; la voz de una mujer dijo.

–¿Es la mamá de Lupita? ¿Quién eres?

–Soy su hermana.

–Vente rápido al departamento porque Luis Ángel le está poniendo en su madre.

Juana llamó a dos de sus tíos y se dirigió al domicilio de Lupita, Luis Ángel y el bebé, a menos de 15 minutos de distancia, en el poblado de San José El Vidrio, municipio de San Nicolás Romero, Estado de México. Sobre un camino de terracería estaba el cuerpo de Lupita, cubierto con una sábana. La suegra de ésta se encontraba ahí; dijo que alguien se había querido llevar al niño y que éste y Luis Ángel estaban “golpeados”. Luego se fue.

Su hermana Juana levantó la sábana: Lupita estaba vestida, sin la ropa rota, pero el rostro estaba completamente desfigurado; la habían lapidado con unos bloques.

Luis Ángel llegó casi inmediatamente. Tenía arañazos en los antebrazos y una cortada en el cuello. Sangre en la ropa. Después se sabría que, minutos antes, había estado en la primaria privada Instituto Pedagógico Paulo Freire, a unos pasos del lugar de los hechos, donde Luis y su mamá vendían lonches. Ahí llegó completamente alterado y cubierto de sangre. Los maestros lo auxiliaron, le permitieron lavarse en los baños de la escuela.

Ahora que veía a Juana, y su esposa estaba muerta, aseguró que un hombre “con sudadera y capucha negra” había querido llevarse a su bebé, el cual también había resultado golpeado.

Jesús Benítez Estrada, padre de Lupita, también llegó en cuanto supo que algo estaba ocurriendo. “Encuentro al imputado, al sujeto que ya no sé ni cómo decirle; yo lo agarro y le pregunto. Él hacía como que lloraba, pero no le salía ni una lágrima. Era puro teatro. Me dice que fue ‘un tipo grande, encapuchado, el pelo largo y sudadera negra’. Enojado, le respondí: ‘¿No me decías que eras bueno para los golpes?’. Entonces Luis Ángel respondió: ‘Me dijo que iban por tus otros nietos’ (los hijos de Juana)”.

Esa fue la primera amenaza. Y todavía ni siquiera habían levantado el cadáver desfigurado de Lupita. Su bebé, por cierto, se encontró ileso en la casa de la suegra.

TESTIGOS

Hay dos testigos que desmienten el dicho de la familia de Luis Ángel, explica Juana, hermana de Lupita. El primero es un repartidor, quien pasa por el camino de terracería. Él ve cómo Luis Ángel jalonea a Lupita. No quiso intervenir porque consideró que “eran problemas de pareja” y continúa su camino. Pero cuando va de regreso, ve a Luis Ángel en su auto, muy alterado.

El otro testigo iba de camino a su trabajo, cuando escuchó una pelea en el departamento de Lupita y Luis Ángel. Dijo que se escuchaban tres personas; “en eso salió mi hermana corriendo, con su hijo en brazos, y tras de ella, Luis Ángel y la suegra. Ahí le quitaron al niño y la golpearon”.

La otra inconsistencia sale durante la autopsia. Lupita no sólo murió lapidada y desfigurada, sino que en sus pechos recibió 17 puñaladas y fue degollada. “A ella la mataron con muchísima saña”, resume Juana.

Luis Ángel se encuentra actualmente vinculado a proceso. Sin embargo, en la carpeta administrativa se establece el delito de feminicidio, y en la carpeta de investigación, por homicidio.

Cuando la familia de Lupita se ha encontrado a Gabriela, la madre de Luis Ángel, en la fiscalía de Barrientos, ésta ha llegado a decir: “¡Ay, Guadalupe, Guadalupe, en qué nos vino a meter Guadalupe! Oye, Juana, ¿dónde están tus hijos?, porque pueden seguir ellos”.

Lupita tenía cabellos de su atacante en la mano izquierda y en las uñas de la mano derecha. Hasta la fecha no se han entregado los resultados de ADN. Las autoridades también se han negado a mandar a declarar a los padres de Luis Ángel.

Y, acusa la familia de Lupita, el actual agente que lleva el caso, el licenciado Daniel Vargas, es un grosero que sólo se burla de ellos, dicen. Es más, ni siquiera han tenido acceso completo a la carpeta de investigación. “Lo único que queremos es justicia”, afirman, y temen que con todas estas omisiones, el imputado salga por una falla de procedimiento.

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