Buscan madres a sus hijas y un bebé

11/11/2014 03:00 Lydiette Carrión Actualizada 22:28
 

Tres madres buscan a sus tres hijas y un bebé, quienes desaparecieron el 16 de octubre de 2012; probablemente un comando las en la frontera entre Guadalajara y Michoacán. Iban en compañía de dos primos. María del Carmen Guillén Vázquez busca a Karla Yaneth Yadira Guerrero Guillén. Estaba a días de cumplir 18 años. Hoy tiene 20.

Yolanda Romero Enríquez busca a Dulce Montserrat Sánchez Romero. Tenía 16 años la última vez que la vieron. Hoy tiene 18.

María del Refugio Contreras Zamarripa busca a Paloma Nohemí Reynoso Contreras, quien tenía 21 cumplidos la noche en la que desaparecieron. Hoy tiene 23. Ella llevaba a su bebé, de entonces un año, Miguel Alejandro Contreras Reynoso.

Karla y Dulce habían crecido en el mismo barrio popular de Guadalajara. Eran amigas desde niñas. La tarde del 16 de octubre de 2012 ambas dijeron en sus respectivas casas que irían a una cena.

Carmen marcó a su hija alrededor de las 11 de esa noche. El celular estaba apagado. Ninguna regresó.

En el caso de Paloma Nohemí fue distinto. Ella y su madre, Refugio, no tenían buena comunicación; Paloma se había juntado con su pareja y había procreado un niño. La familia de ella no aprobaba la relación; así que hablaban poco. María del Refugio no supo de ninguna cena, pero la tarde del 17 de octubre llamó a su teléfono una mujer, amiga de su hija, apodada La Toya. Dijo que Nohemí, su esposo Miguel y el hijo de ambos habían salido de viaje la noche anterior; iban en compañía de un primo de aquél, José Apolinar, y dos amigas de su hija. Según el dicho, viajaban con rumbo a Apatzingán, Michoacán, donde iban a vender huarache de pedrería.

Pero justo en el cruce de Jalisco con aquel estado, en una población de nombre Briseñas, habían sido detenidos. Y ahora nadie los encontraba.

Fue en una de las madrugas que se acercaron a hablar con los soldados del cuartel que Carmen y Yolanda conocieron a Refugio. Así supieron lo del huarache de pedrería. Supieron de la existencia de La Toya y de que una mujer llamada Areli esperaba al grupo en Apatzingán, con el pedido de huaraches. Que fue precisamente a ella a quien José Apolinar llamó alrededor de las 10 de la noche para decirle que los habían detenido, pero que esperaba que todo se arreglara pronto. Pero para la medianoche Areli llamó de nueva cuenta al celular de su amigo y respondió una voz desconocida, quien dijo: “Ire, señora, ya no esté chingando a estos Gueyes se los va a cargar la verga” (sic).

Así se conocieron las madres de las tres jóvenes. En el camino saben que La Toya está actualmente en la cárcel por un asunto del crimen organizado, que todas las pistas que ella les dio son probablemente falsas.

Por ejemplo, al inicio La Toya les pidió que no dieran aviso a la policía. Luego les habló de ciertas casas de seguridad ahí mismo en Guadalajara, en las que los jóvenes estarían retenidos.

Los familiares presionaron incluso al Ejército para que cateara los domicilio. Resultaron ser las viviendas de jubilados. Al tiempo perdido por las mentiras de La Toya se sumó una deficiente investigación.

Las madres saben que nunca se investigaron los teléfonos celulares, algunos de los cuales siguen en funcionamiento. Y, finalmente, también saben que ninguna autoridad las está buscando ya.

REGRESA A CASA VALERIA

Valeria, de 15 años, desaparecida el pasado 17 de agosto, ya se encuentra en casa. Los familiares agradecen la difusión del caso, ya que —dijeron— sin la ayuda de la sociedad no hubiera sido posible. 

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