Con las autoridades en contra

04/02/2014 03:00 Lydiette Carrión Actualizada 21:19
 
Los productos de Barcel se encontraban desparramados. También los blanquillos, ya que la mesa sobre la que se encontraban estos productos, y que hacía de división entre el mostrador y los clientes, estaba volcada. La pequeña tienda de abarrotes estaba destruida. Y ahí, entre el huevo reventado, las yemas, las claras y las bolsas de papas, se encontraba el celular de Nancy Corona Romero. De Nancy, una muchacha de 16 años, bajita y sonriente, no había rastro y hasta ahora no lo hay.
 
Los hechos ocurrieron el último día de 2013, entre las 4:30 y 5:00 de la tarde, sobre la calle Libertad, en Papalotla, Tlaxcala, una calle pequeñita, adoquinada, de banquetas estrechísimas y sin terminar, a pocos minutos de la carretera federal Puebla Tlaxcala. 
 
Ese 31 de diciembre, le tocaba atender en la tienda a la señora Juana Romero, madre de Nancy. Pero iba a preparar la cena de Año Nuevo, así que su hija se ofreció para sustituirla. Tenía poco tiempo de que la madre se fuera a su hogar, cuando el vecino que vio la tienda en ese estado avisó al dueño del local y éste informó a la familia dueña del negocio: Viliulfo Corona Muñoz, padre de Nancy, y la señora Juana. 
 
Los padres, cuando se enteraron, llamaron al 066, “pero no sé si sería el cambio de gobierno, pero jamás contestaron”, explica Viliulfo. Entonces salieron de su domicilio en dirección a la tienda.
 
En el trayecto se encontraron con una patrulla municipal del estado de Puebla (si bien el pueblo ya se encuentra en Tlaxcala). El patrullero se ofreció a dar un aventón a Viliulfo hasta la capital del estado, para interponer la denuncia, a unos 40 minutos de ahí. Esto le llevó toda la tarde y noche, hasta entrada la madrugada.
 
Mientras, uniformados municipales acompañaron a la esposa, Juana, a revisar la tienda: constataron el desorden. Uno de ellos, el comandante Leopoldo Tepox, dijo: 
 
—Se fue por propia voluntad. Debe haberse ido con el novio. 
 
El policía recogió el celular de Nancy. Los padres nunca han sabido cuáles fueron las últimas llamadas que hizo, los mensajes que envió o qué subió a su muro de Facebook, porque jamás han tenido acceso a esta información. Sólo saben lo que las amigas de la escuela le dicen: que Nancy era feliz, que no sabían que planeara escaparse.
 
HERMÉTICOS
 
La familia de Nancy comenzó a hacer su propia investigación entre los vecinos, pero éstos “o son muy breves o no quieren cooperar”. Quizá por miedo. Son pocos quienes hablan. Pero entre ellos han recabado esta información:
 
Que alrededor de las 4:30 de la tarde dos vecinitas se dirigieron a la tienda a comprar una golosina, mas cuando se aproximaban alcanzaron a ver un hombre que bajaba la cortina metálica verde de la tienda, hasta la altura de la cintura. No pensaron que estuviera ocurriendo algo grave, sólo que no podrían entrar, así que regresaron a su domicilio. 
 
Que otro vecino, un adulto, que se encontraba a unos 50 metros del lugar de los hechos, vio cuando dos hombres sacaron de la tienda a Nancy, a quien llevaban del cuello –Nancy mide 1.45 centímetros–. No dio ninguna descripción de los hombres. Sólo que se la llevaron en un coche azul oscuro, de vidrios polarizados y con quemacocos. Tampoco especificó en qué dirección.
 
Esa noche ya no hubo cena de Año Nuevo para la familia. La principal línea de investigación sigue siendo la que el comandante dijo a la madre: que Nancy se fue con el novio. 
 
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