Delincuentes no vencen a familia

La roja 25/04/2017 05:00 Lydiette Carrión Actualizada 05:00
 

Paula ha probado ser fuerte. Lo probó el 17 de junio de 2011, cuando fue atacada en su casa, en La Calera, una colonia acomodada en la ciudad de Puebla. Ella entonces tenía 15 años. Aquella noche, sus padres se ausentaron para trabajar en la clínica privada del abuelo paterno. Ella quedó sola con la empleada doméstica y la hija de ésta. Pero seis  hombres se metieron a “robar”. A la empleada y la hija las encerraron. El ataque fue contra Paula, a quien torturaron sexualmente y golpearon por horas enteras, hasta que la dejaron tendida en el piso de un baño. Creyeron que estaba muerta.

Cuando se fueron, Paula se levantó como pudo y pidió ayuda con una vecina. Y salvó la vida.

DECIDE DENUNCIAR. La segunda vez que probó  su fortaleza fue cuando  decidió denunciar, ante la Agencia Especializada en Delitos Sexuales en Puebla, a pesar de que eso le conllevaría el estigma que una sociedad conservadora confiere. Denunció, y sobrevivió al maltrato de las agentes, que le decían: “A veces hay muchachitas que se inventan estas cosas”.

La policía dio con el jefe de la banda que la agredió. Y Paula sobrevivió una tercera vez, cuando el ministerio público de Puebla decidió poner en libertad a su agresor por tratarse de una “buena persona”.

Y una cuarta vez, cuando su familia decidió empujar el caso, y empleó a un investigador privado para indagar y comprender por qué el ministerio público dejaba en libertad al agresor, sin importar que tanto Paula como la trabajadora doméstica lo reconocieran. Entonces supieron que el agresor estaba vinculado con personas de poder. Mientras, la familia recibió amenazas. Pasaban autos enfrente de la casa y disparaban al aire, y cuando ellos denunciaban, la policía decía “no podemos hacer nada”.

ASESINA  AL JEFE DE FAMILIA. Paula sobrevivió por quinta ocasión en 2015, cuatro años después de la violación, cuando unos delincuentes entraron a la clínica en la que trabajaba su padre supuestamente a robar, y lo atacaron. Como producto de las lesiones, el padre murió. Sus últimas palabras fueron para María Cristina,  la madre de Paula. Le dijo:

—Vende lo que puedas, vete con los niños, no quiero que les pase nada.

—¿Por qué?

—Me dijeron que me mandaban un recadito y que si seguía, nos iban a matar. Que siempre se nos dijo, pero que no entendemos…

Paula prueba ser fuerte. Incluso se encuentra estudiando una licenciatura, en Puebla. Pero ella y su madre están por irse del país.

UN VIACRUCIS. María Cristina, quien relata el ataque de su hija y el asesinato de su esposo, explica: “He llorado mucho, y ya no quiero llorar. Yo lo único que pido es justicia. Estoy en las últimas etapas en México. Contactamos a Derechos Humanos, en Washington. Y estoy viendo si nos podemos ir a otro país. Porque la verdad yo cada día veo con tristeza que aquí no hay justicia”.

Ya es mucho desgaste para nosotros. Pero ahora que tuvimos una entrevista con el fiscal, yo le dije que es la última oportunidad que yo me doy para ver si ellos cumplen. Porque ya saben quiénes son los delincuentes, saben dónde viven. Pero yo sé que si ellos no quieren, no van a hacer nada.

“Tengo familiares que me dicen: ‘Oye, ¿por qué expones a Paulita? Ningún muchacho se va a querer casar con ella’. Pero ella por decisión propia hizo su caso viral. Hoy es mayor de edad y toma sus propias decisiones. Tiene las secuelas que le dejó esta tragedia, pero la muerte de su papá fue un golpe mucho más terrible. Ella decidió hacer público su caso. Nosotros siempre le hemos dicho que no tenemos nada de qué avergonzarnos. Paula sigue siendo una personita intachable. Con secuela, pero fueron unos malditos que le cambiaron la vida. Pero ella no ha hecho nada de lo que tenga que avergonzarse”.

 

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