Consuelo Morales

23/12/2015 12:42 Actualizada 12:42
 

Recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos. ¿De dónde saca fuerza para seguir con la búsqueda de desaparecidos? ¿Cómo se define? ¿Qué música y programas le gustan?

—¿Quién es la hermana Consuelo Morales Elizondo?

—Es una mujer que descubrió desde muy pequeña el amor de Dios, que ha hecho de su vida un caminar tratando de cumplir las enseñanzas del señor Jesús y ha tratado de ser fiel y buena hermana con la gente.

—¿Edad?

—67 años.

 —Y de ellos, ¿cuántos dedicados a la vida religiosa?

—Más de 40 años.

 —¿Qué música le gusta?

—Ay, pues de chiquilla mi abuela me llevaba a algunos conciertos. No conozco mucho, pero me gusta escuchar la música clásica de Schubert, Mozart o Beethoven.

—¿Y qué programas de tele ve?

—¡Ay, me encanta CSI! Todo eso, cómo descubren al responsable y todo eso me gusta, lo disfruto.

 —¿Le gustaría ser investigadora?

—Eh, no, no. Simplemente puedo entender mejor. Sobre todo que no nos vayamos con la ‘finta’, porque a veces da la impresión de que alguien es responsable de algo, y en el fondo, una buena investigación te dice que no siempre es así.

 —¿Es regia de corazón?

—Así es, nacida y criada en Monterrey. Primaria, secundaria, bachilleres los estudié ahí. Luego me mandaron dos años a Canadá a estudiar un poco de idioma y después regresé y entré a la Congregación. Aquí empecé la carrera de Ciencias de la Educación y luego me fui a México. Salí de la primera congregación, me fui a México, hice la licenciatura en Trabajo Social. Asumí la Coordinación de la Asociación Mexicana de Escuelas de Trabajo Social, y también la Jefatura de Trabajo Social de lo que antes era el IMAN, Casa Hogar para Niñas DIF, y luego pues volví a entrar a una Congregación Internacional.

—De niña, ¿qué soñaba ser?

—Con ser una misionera, poder ayudar a mucha gente, de que todos los niños fueran felices, en fin. En lugar de jugar a las muñecas, me ponía una toalla en la cabeza, como las monjas, como un velito, y pedía por la gente, daba catecismo. En alguna ocasión, en el catecismo pues se llegó la hora de hacer la primera comunión y no me acuerdo muy bien cuántos niños eran y se me hizo muy fácil llevarlos a la zapatería donde mi mamá nos compraba los zapatos y me hicieron la nota. ¡Te has de imaginar cuando llegó la nota! Entonces, desde niña creo que he tenido esta inclinación, estas ganas de ser buena y que de alguna manera se ha transformado en ser fiel al Señor.

 —¿Vivimos en México un infierno?

—Para muchas personas me parece que sí, vivimos una crisis terrible y hay momentos en que esta violencia irracional, que se han llevado a tanta gente, desaparecidos, ejecutados sin razón, extorsionados, amenazados, torturados, pues es una situación de no amor, en donde la impunidad y la corrupción pareciera que nos están ganando la batalla, donde la desolación y el terror pareciera que llenaran nuestros corazones y nuestros espacios. Y es aquí, como defensora de derechos humanos, junto con otros muchos defensores del país, en donde decimos ¡no! Otro mundo es posible, otra manera de vivir es posible, y le estamos apostando a ello.

 —¿Cómo decirle a la gente que un delincuente, un secuestrador, un ratero tiene derechos humanos?

—Yo hago una comparación que la hice en algún momento de mi vida, porque la fe de repente dudaba, ¿creo o no creo en Dios? Y la manera en que la respondí fue: si alguno de mis hermanos, por alguna razón roba un reloj, o lo que robe, y la Ministerial o los judiciales llegan y lo comienzan a golpear, y yo estoy ahí y ¿qué hago? Voy y lo ayudo. Y si lo meten a una delegación, pues voy. Y si lo meten a la cárcel, voy y le pongo un abogado hasta sacarlo. ¿Por qué? Porque es mi hermano. Bueno, y si en lugar de ser mi hermano es otra persona, un chavo que trae sus tatuajes, sus aretes, y todo eso, y roba exactamente lo mismo que mi hermano, y lo empiezan a golpear igual que mi hermano, ¿qué hago? Voy y lo defiendo. ¿Y si se lo llevan a la delegación? Voy y lo defiendo. Entonces para mí, el trabajo de derechos humanos es un bella oportunidad que me permite cada día decir `creo en ese Dios en donde nos dice que todas y todos somos hermanos. Y si somos hermanos y hermanas, tengo que luchar con la misma fuerza, que con la fuerza que lucharía por el hermano de sangre'…

 —¿Cuál es el principal logro de Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos, CADHAC ahora que recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos?

—Pues mira, yo creo que el principal logro es que las familias que solicitan apoyo se sientan acogidas, se sientan que este es un espacio donde pueden ser escuchadas, respetadas, impulsadas, asesoradas y creo que mayor premio no hay.

 —¿De dónde saca fuerzas para seguir con la búsqueda de personas desaparecidas? ¿cuántas veces al día llora?

—Claro que lloro muchas veces, pero el saber, el estar con mamás, papás que tiene la audacia que a pesar del dolor en su corazón tan ensangrentado caminan, levantar la voz y vienen, pues nos impulsa a no quedarnos atrás, a estar a su lado y a tratar de abrir las puertas necesarias y poner todos nuestros recursos al servicio de la causa, de la verdad, la justicia, la fraternidad. Entonces creo que por ahí va el caminito. Cuando ha habido momentos de mucha desolación, que no sabemos ni por dónde, cuando es más grande el dolor y el sufrimiento de lo que podemos soportar, para mí es sentarme ante el Señor Jesús y decirle `aquí estoy, y yo soy renglón chueco donde tu puedes escribir derecho´. 

 —¿Qué decirles a quienes buscan a sus desaparecidos, de dónde sacar fuerza?

—El motor más fuerte que veo en las familias es el amor que tienen a sus hijos, el amor a sus seres amados los hace imparables.

 —¿Qué decirle a la gente que creen en la ley del `ojo por ojo´?

—Nos ha tocado gente que nos ha dicho `a mí no me importa que lo torturen o lo maten, pero que a mí me diga´ y nosotros a estas personas tratamos de apoyarlas para que entiendan que el `ojo por ojo, diente por diente´ va a dejar que todos seamos tuertos un buen día.

—¿Ha tenido miedo?

—¡Sí, no miedo, pavor! El miedo está presente, pero debemos saber que el miedo nos tiene que impulsar a seguir adelante.

 —¿Es una hermana con las faldas bien puestas?

—¡Y a veces también con pantalones!

Una pregunta, una respuesta

CANÓNIGAS DE SAN AGUSTÍN: Religiosas comprometidas.

INFIERNO: Sufrimiento.

CIELO: Justicia.

ALEJANDRO SOLALINDE: Fiel al señor Jesús.

SAMUEL RUÍZ: Fiel al señor Jesús.

ÓSCAR ARNULFO ROMERO: Hombre comprometido.

NORBERTO RIVERA: Autoridad de la iglesia.

ABORTO: Sufrimiento.

DELINCUENCIA: Pobreza.

SECUESTRO: Inconsciencia.

DESAPARICIONES: Inconsciencia.

LA HERMANA CONSUELO: Una mujer plenamente feliz.

 

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