Letras homicidas

La roja 17/11/2017 05:18 Ricardo Ham Actualizada 05:23
 

Dentro del mundo literario mexicano podemos encontrar un puñado de libros de verdadero culto para quienes se interesan por la producción nacional de asesinos seriales. 

El primero de ellos, escrito por Sara Aldrete, lleva como título: “Me dicen la narcosatánica”, lanzado al mercado por Editorial Colibrí, que narra de forma autobiográfica la famosa historia de Los Narcosatánicos, célebre banda del México ochentero que fue culpada de 14 homicidios con tintes demoniacos y de distribuir drogas en Matamoros y el Distrito Federal. 

Aldrete cuenta la huida de la banda liderada por Adolfo de Jesús Constanzo, de cómo fue traicionado por más de uno y del supuesto secuestro del que la misma Sara fue víctima y gracias al cual la vincularon con este clan de santeros. 

Escrito dentro del Reclusorio Femenil Oriente, donde entonces Sara se encontraba encerrada, el libro arroja serias dudas sobre la actuación de las autoridades policiacas de entonces y la posible fabricación de culpables por parte del gobierno mexicano, así como de las tremendas sesiones de tortura física, psicológica y sexual a las que Aldrete fue supuestamente sometida para arrancarle una declaración de culpabilidad.

Sara Aldrete siguió durante un largo tiempo su ejercicio literario de la mano de la escritora Josefina Estrada y el taller literario del Reclusorio Femenil Oriente, participó  en varios concursos de creación, obteniendo un segundo lugar nacional en la categoría de cuento. 

Tras los pasos de Sara María, se puede encontrar la historia de Estibaliz Carranza, mejor conocida como La Baronesa de Hielo, mujer mexicana acusada de asesinar a sus dos esposos. Una vez en prisión, confesó los crímenes, tras varios estudios fue trasladada a una cárcel para criminales con trastornos mentales donde tuvo el tiempo suficiente para escribir y publicar sus memorias bajo el título de “Mis dos vidas, la verdadera historia” (Meine zwei leven, die wahre geschichte).

Otro de los personajes clásicos de la nota roja mexicana, que posteriormente pasó a las filas de las letras nacionales, fue Gregorio Cárdenas Hernández, mejor conocido como “El Criminal de Tacuba”, acusado en 1942 de matar y enterrar de manera clandestina a cuatro mujeres, convirtiéndose así en la aportación mexicana a la historia del asesino en serie internacional. 

Goyo Cárdenas pasó más de 30 años de su vida encerrado en dos de los lugares más temidos del México del siglo pasado; La Castañeda y el Palacio Negro de Lecumberri. Sin embargo, su presencia en estos lugares fue fecunda, pues durante su encierro escribió 4 libros: Celda 16, Pabellón de locos, Adiós Lecumberri y Una mente turbulenta. 

Los tres primeros, comprados por Editorial Diana, y el último editado por el mismo Goyo. En ninguno de estos libros hay comentario alguno sobre la muerte de sus víctimas, los textos no son otra cosa que crónicas sobre lo vivido en las diferentes crujías de Lecumberri, incluyendo los días junto a leprosos y dementes en las celdas del hoy Archivo General de la Nación.

Pero el principal escritor y homicida mexicano es el llamado ‘Poeta Caníbal’, José Luis Calva  Zepeda. La vanidad le llegaba a niveles exacerbados, aseguraba haber escrito 800 poemas, diez novelas y ocho obras de teatro. De un poemario presumió un tiraje de diez mil ejemplares.

 

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