Ángeles de la muerte de Uruguay

La roja 14/04/2017 05:00 Ricardo Ham Actualizada 05:02
 

Marcelo y Juan caminaban con extremo cuidado, deseaban que sus pasos pasaran desapercibidos, sus zapatos blancos amortiguaban cualquier ruido que sus ligeros pies pudieran realizar, sus manos tomaban lentamente la perilla de la cerradura, la giraban con delicadeza previniendo cualquier diminuto ruido,  la oscuridad de las habitaciones les ayudaban a cumplir su propósito, las sombras se convertían en cómplices silenciosas de una macabra competencia.

Marcelo leyó detenidamente la placa, Juan sabía exactamente qué hacer, mientras Marcelo golpeaba la jeringa, Juan quebraba el diminuto frasco de medicamento, él sabía que Marcelo le llevaba ventaja, necesitaba trabajar rápido para no quedarse atrás, con prontitud inyectaba una sustancia, sin mirar atrás abandonaba la habitación con una tenebrosa sonrisa de satisfacción, se encaminaría a su casa esperando noticias de su rival y su actividad del día. 

Marcelo dejó pasar el aire por la jeringa, con la tranquilidad que da la experiencia, luego abandonó el cuarto, firmó su salida y reportó su actividad al contrincante, sabía que continuaba a la cabeza, su pecho se llenó con un suspiro, sacó de su bolsillo una pequeña libreta y apuntó un nombre, el número 16 apareció a la izquierda de la hoja, el récord criminal de Juan Ariel Acevedo y Marcelo Pereira había sumado dos víctimas más.

Dentro de la nomenclatura clásica de los asesinos seriales existe una clasificación denominada “Ángeles de la Muerte”, ello se refiere a aquellos homicidas que ultiman a sus víctimas como una aparente buena acción, es decir, tratan de terminar el dolor causado por enfermedades degenerativas que sufren los elegidos.

Frecuentemente, los “Ángeles de la Muerte” son trabajadoras de la salud, enfermeras que al tener constante contacto con pacientes terminales, deciden apresurar los procesos y finalizar con la vida del enfermo. 

Muy pocos son los casos registrados de “Ángeles de la Muerte” del género masculino, una muestra de éstos es el caso de los asesinos uruguayos Juan Ariel Acevedo y Marcelo Pereira, una pareja de enfermeros que, de manera conjunta y comprobada, asesinaron a 16 personas, aunque algunas versiones de prensa aumentan el número hasta dos centenas.

Acevedo y Pereira actuaban de manera independiente, no asesinaban juntos, pero cada uno sabía perfectamente lo que hacía el otro, se cree que ambos acordaron una macabra competencia en la que Marcelo llevaba la delantera. Los fallecidos fueron asesinados con morfina o introduciendo oxígeno intravenoso.

De las 16 víctimas, 11 fallecieron en la Unidad de Cuidados Neuroquirúrgicos de la Asociación Española de Socorros Mutuos y cinco  en la Unidad de Cuidados Coronarios del Hospital Maciel. Juan Ariel manifestó haber asesinado al menos dos pacientes a la semana en la Asociación Española, Marcelo indicó que elegir a sus víctimas en el Hospital Maciel, lo hacía sentirse Dios.

El error de los Ángeles Uruguayos consistió en ultimar a una mujer que tenía muy pocas horas de haber sido dada de alta, la inexplicable muerte llevó a la policía a detectar anomalías que condujeron hasta los criminales. La sentencia llegó el 17 de marzo de 2012, 14 y 16 años fue la pena dictada de inicio.

Sin embargo, en 2015, la juez Dolores Sánchez decidió, pese a su propia confesión, liberar a los inculpados por falta de pruebas, añadió que pasaron tres  años en prisión víctimas de un simple “rumor”, sobre las confesiones, Dolores Sánchez indicó que habían sido obtenidas bajo tortura y que no existía ninguna prueba que las ratificaran.

 

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