Robert Pickton, el granjero de la muerte

La roja 04/03/2016 10:25 Ricardo Ham Actualizada 10:33
 

El canto del gallo anunciaba el arribo de una nueva mañana, poco a poco los animales de la granja salían de sus refugios para tomar el sol y esperar un poco de alimento. Como cada día, Robert llegaba puntual a la cita, para él sus animales representaban el motor que lo impulsaba a trabajar muy fuerte cada día. 

El Sol iluminaba con fuerza cada rincón de la granja, sin embargo, había un lugar al que nadie deseaba acercarse, incluso la humedad prevalecía y parecía que el astro no quería dirigir sus rayos a ese lugar. Robert no temía aproximarse al húmedo chiquero de los cerdos, pues él tenía un aprecio muy particular por esos animales, les hablaba de manera muy familiar, como si fueran cómplices de alguna espeluznante travesura. 

Los chillidos de los malolientes puercos causaron un extraño placer en Robert, por un momento miró al vacío, parecía recordar algo apasionante. En su cabeza recordó aquellos gritos de mujer que se confundían entre los gruñidos porcinos antes de alimentarlos. Cerró los ojos para traer a su mente el momento en que arrojó al chiquero el cadáver de su última víctima, revivió la excitación que le ocasionó mirar cómo los cerdos peleaban por cada trozo de la víctima. La rigurosa dieta de carne humana que consumían sus cerdos, fue la forma perfecta de eliminar las evidencias de los múltiples homicidios, del canadiense Robert Pickton. 

Aunque Canadá no es un país que se caracterice por una vida criminal muy profunda, allí nació a Pickton en octubre de 1949. Proveniente de una familia dedicada a las clásicas labores de granja, Robert resultó ser uno de los asesinos en serie más indescifrables de la historia de Norteamérica. 

Uno de los grandes misterios del llamado Granjero de la Muerte es el número exacto de sus víctimas.

Aunque su condena final se basó en los asesinatos de 6 mujeres, es fácil comprender que la suma aumentaría considerablemente al conocer la forma en que se deshacía de las evidencias.

Jóvenes prostitutas recién llegadas a la ciudad, muchachitas que huían de casa por la presión de sus padres y que encontraban en las calles la forma de ganarse unas monedas, era el perfil de las víctimas de Robert. 

Tras contactarlas y convencerlas para que el trato culminara en la granja, Pickton violaba y asfixiaba a cada una de ellas. Algunas eran descuartizadas y otras más fueron colgadas en ganchos para carne mientras se desangraban.

El olor y la putrefacción que salía de la granja provenía de botes y cubetas rellenas de cuerpos mutilados, otras más reposaban en el refrigerador de la granja, pero la mayor cantidad de restos fueron encontrados dentro del chiquero, muchos con señas de mordeduras porcinas, lo que puso en evidencia que Robert los daba como alimento a sus queridos cerdos.

Tras un juicio de once meses, a Robert Pickton se le fincaron cargos por un total de seis asesinatos, quedando más de 20 fuera del proceso legal. La sentencia final fue cadena perpetua, sin que pueda ser apelada hasta que el homicida pase 25 años de prisión.

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