ASESINOS SERIALES: Mataba a pecadores por orden divina

25/09/2015 05:30 Ricardo Ham Actualizada 12:32
 
Pablo recorría muy despacio las calles de Perú, sus sentidos permanecían tan despiertos que ningún detalle quedaba sin ser atendido. Sabía muy bien cuál era su misión, debía corresponder con creces a tan alto honor que se le había confiado, ya antes lo había hecho, tenía la capacidad de ir perfeccionando día a día su trabajo.
 
Ningún rincón dejaba de ser explorado, no había sonido que no fuera escuchado, toda pista que ayudara a Pablo a elegir era revisada meticulosamente. De pronto, la señal llegaría, la celestial voz dentro de su cabeza le indicó el momento exacto, le señaló al objetivo, cuáles de sus pecados  lo hacían merecedor de la muerte; rápidamente apuntó su arma y vació el cargador en la nuca del elegido, con el orgullo de haber cumplido nuevamente su misión ante Dios.
 
Pedro Pablo Nakada Ludeña era la mano ejecutora que haría que Perú se alejara del vicio y el pecado, aunque para eso tuviera que matar a sangre fría a casi 20 compatriotas.
 
Pablo Nakada nació en Lima en 1973, desde su infancia tuvo que soportar el acoso constante de los compañeros de clase que veían en él, el blanco perfecto para desbordar su crueldad infantil. Pero no solo era la escuela el lugar donde Pablo sufría de acoso, sus propias hermanas mayores le obligaban a vestirse de niña y salir así a pasear por las calles del barrio. 
 
Quizás el momento más amargo de la infancia de Pablo Nakada fue aquel en el que sus hermanos lo acusaron de matar a una pequeña perrita que les servía de compañía, como castigo, sus hermanos terminaron violándolo a los 4 años de edad.
 
A partir de las humillaciones y violaciones, Pablo inició una larga carrera delictiva, al igual que varios asesinos en serie, comenzó matando animales pequeños y cometiendo delitos menores, con 17 años cumplidos, asesinó por primera vez y no dejó de hacerlo hasta que la policía logró detenerlo.
 
Entre sus víctimas se pueden contar homosexuales, delincuentes, adúlteros y prostitutas, todos ellos representaban para Pablo Nakada la escoria de la sociedad y debían ser eliminados por orden divina, simplemente Pablo se erigió como el apóstol que limpiaría las calles de Lima, del pecado y la inmoralidad 
 
En su detención, los oficiales le postraron evidencias de los 8 asesinatos de los que se le acusaba, ante los ojos sorprendidos de los policías, Pablo declaró sin recelo que en realidad habían sido 25 personas las que había ultimado y que justo en ese momento estaba planeando arrojar una granada a un antro repleto de homosexuales.
 
Pedro Pablo Nakada Ludeña fue sentenciado el 9 de mayo de 2008 a 35 años por la muerte de 17 víctimas, 8 homicidios más quedaron en proceso de investigación, posteriormente sus abogados lograron conseguir la inimputabilidad por las acciones, debido a la presunta esquizofrenia que sufre.
 
Como nota curiosa, el hermano mayor de Pablo, Ayron Nakada, es señalado por  asesinar a puñaladas y esconder dentro de un armario, los cadáveres de sus 6 víctimas, hechos ocurridos durante la estancia de Ayron en el Japón.
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