ASESINOS SERIALES: La vampireza catalana

02/10/2015 05:30 Ricardo Ham Actualizada 12:46
 
Enriqueta corría lo más que podía  por calles de la vieja España; sus piernas no podían más, pero si se detuviera podría arrepentirse para siempre. Miraba a momentos a su espalda, quería cerciorarse de que no la siguieran, apenas podía mantener el paso, el grande y pesado bulto que llevaba no le permitía ir más aprisa. 
 
Al llegar a casa se sintió a salvo, había conseguido escapar una vez más, era  consciente de que esta ocasión se arriesgó demasiado pero la ganancia valdría la pena, con lo conseguido hoy podría complacer a una larga de fila de clientes que esperaban por su medicina, con lo traído a casa esa tarde podría satisfacer a sus clientas que le exigían los mejores materiales para sus almohadas y pelucas.
 
Sin perder tiempo decidió ponerse a trabajar, hacía falta dinero y los clientes se impacientaban, ella miró un instante su botín del día, logró traer a casa una hermosa niña rubia, bien alimentada, tenía  ojos y complexión grandes, seguramente tras descuartizarla podría utilizar sus huesos, sangre, cabello, grasa y tuétano.
 
Aquella tarde, Enriqueta Martí, consiguió material de primera calidad para satisfacer a sus selecto grupo de  clientes.
 
La historia de Enriqueta Martí Ripollés pudiera ser la más escandalosa cuando de mujeres asesinas en serie hablamos.
 
TEMOR COLECTIVO. Nacida el año de 1868 en una provincia catalana de Barcelona, Enriqueta atemorizó España a  principios de la segunda década del siglo anterior, en 1912 no había niño que estuviera seguro en las calles, la leyenda de que brujas y vampiras los secuestraban para chuparles la sangre no estaba tan alejada de la realidad.
 
Tras una adolescencia en la que Enriqueta se dedicó al oficio más antiguo del mundo, pronto contrajo nupcias con un pseudo artista sin mucho talento, la tormentosa relación duró aproximadamente 10 años pues Enriqueta jamás dejó por completo la vida galante que tan buenos resultados le había dejado en el pasado. 
 
Mientras por las noches continuaba rondando los arrabales, por el día se vestía cual limosnera para acercarse a las iglesias y asilos donde podía seleccionar a qué niño podría sacarle más “jugo”, las víctimas podían ser desde recién nacidos hasta infantes de 9 años.
 
A los más pequeños pronto los procesaba en medicamentos, almohadas y pelucas, mientras que a los mayorcitos los adentraba al mundo de la prostitución, oficio que en realidad Enriqueta seguía ejerciendo.
 
Aunque no se tiene certeza del número total de las víctimas, con base a lo descubierto en el domicilio de Enriqueta, no serían menos de 10 los menores secuestrados y ultimados. 
fue delatada. Su último secuestro, el de la niña Teresa Guitart, tanto la prensa como las autoridades se inmiscuyeron rápidamente con el fin de atrapar a la vampireza de una vez por todas, ante el miedo y terror que significaba la nueva desaparición de un niño; una de las vecinas de Enriqueta se dio cuenta de que ocurrían cosas muy raras en su casa.
 
La sospecha la llevó a denunciarla con la policía que pronto inspeccionó el lugar encontrando a la pequeña Teresa Guitart y lo que parecía ser los restos y ropa ensangrentadas de al menos 10 menores más.
 
cruel final.  La vida de Enriqueta finalizó en mayo de 1913 tras una feroz golpiza que le propinaros sus compañeras de la extinta prisión de Reina Amalia, fue sepultada discretamente en la fosa de común del cementerio de Montjuic, Barcelona. 

 

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