La reliquia sagrada más perseguida

La reliquia sagrada más perseguida

(Foto: Archivo El Gráfico)

Al día 08/11/2020 12:33 Yohanan Díaz Vargas Actualizada 12:33
 

Este 2020, debido a la pandemia, iglesias de todo el mundo han desempolvado sus reliquias en busca del favor divino.

Cuenta la tradición que todo templo católico debe contar con al menos, una reliquia, esto es, con alguna parte del cuerpo o de la vestimenta de un santo que se venera. 

El terreno de las reliquias suele estar abonado con grandes dosis de relatos legendarios y, sin duda, las más perseguidas son aquellas que están relacionadas con la figura de Jesús de Nazaret. 

El denominar al cáliz utilizado por Jesús en la Última Cena como Grial tiene su origen en un relato medieval. Se trata de todo un ciclo literario relacionado con la figura no menos legendaria del rey Arturo. 

Al parecer, la leyenda nace en el siglo XII de la mano de escritores y trovadores medievales como Geoffrey de Monmouth, por ejemplo. 

Estos autores empezaron a añadir a la leyenda preexistente del rey Arturo, la mesa redonda, los doce caballeros, el mago Merlín o Excalibur, un elemento muy poderoso: la búsqueda de la perfección materializada.

El Grial no siempre fue el cáliz que usó Jesús en la Última Cena. A lo largo de la historia ha sido representado con distintos objetos como por ejemplo, una piedra preciosa: la esmeralda que cae de la frente de Lucifer. 

El primer autor que relacionó el Grial con Jesús de Nazaret fue Robert de Boron, dando origen a una lucha encarnizada en el seno del catolicismo, donde muchas facciones se disputan ser guardianes del Grial. Más allá de esa relación del término “grial” con enseñanzas ocultistas y espirituales, si tomamos la palabra por la vertiente de la reliquia.

Su fama nace en el medievo, en el siglo XII, cuando se extiende el mito del Grial gracias a la literatura trovadoresca; así, toda Europa se disputa su custodia y cada cual dice estar en posesión de la verdadera reliquia. 

En Inglaterra, por ejemplo, existen tres griales: el vaso de Nanteos, el grial de Hawstone y el cáliz de Ardagh. El que posee más tradición es el vaso de Nanteos, un cuenco de madera que, según sus custodios durante mucho tiempo, la familia Powell, procedería de la abadía de Glastonbury, donde, a tenor de la leyenda artúrica, José de Arimatea lo habría escondido. 

Sin embargo, los recientes análisis a los que ha sido sometido, el vaso de Nanteos fue creado en el siglo XIV. Curiosamente, en América también tenemos un grial: el cáliz de Antioquía, que forma parte de la colección del Metropolitan Museum of Art de Nueva York. 

A pesar de que la prestigiosa institución lo dató entre los años 350 y 500 d. C. son muchos los que se acercan a contemplar esta pieza considerando que es el “cáliz del Mesías”. 

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