Apariciones de Santiago

El pasado 24 de julio empecé a escuchar explosiones cerca de casa. Me asomé a la ventana y vi gran cantidad de luces en el cielo. Juegos pirotécnicos por doquier. Hice memoria y caí en la cuenta de que ya era 25 de julio, la festividad del apóstol Santiago, una fecha del santoral católico muy celebrada en todo el planeta, especialmente en España y Latinoamérica. 

Mientras yo veía esas luces, me preguntaba si las miles de personas que celebran la fiesta del apóstol o que llevan su nombre, conocen la sangrienta historia asociada a esta advocación. La leyenda surge en España, donde la tradición dice que el apóstol se apareció durante una batalla entre seguidores del catolicismo y musulmanes. Desde entonces, se conoce al santo como “Santiago Matamoros. La primera de estas supuestas intervenciones se sitúa, según la tradición, en Clavijo (La Rioja, España), en mayo de 844. 

Según la tradición, en el contexto de una batalla se apareció Santiago montando un caballo blanco y emitiendo extraños resplandores; la visión habría provocado tal pánico en los árabes que huyeron y regalaron la victoria a las huestes del otro bando. 

La contienda se inició porque el rey Ramiro I de Asturias se negó a entregar a un centenar de doncellas católicas a los árabes. En la primera parte de la contienda, los de Ramiro iban perdiendo y se batieron en retirada, instantes en los que cuentan que el rey tuvo un sueño en el que se le apareció el apóstol para anunciarle su presencia en la batalla. Alfonso X, el Sabio, se hizo eco de las palabras del apóstol a Ramiro en su obra “Estoria de España”: “sepas que Nuestro Señor Jesucristo repartió entre todos los apóstoles todas las provincias de la tierra. Y a mí sólo me dio España para que la guardase. Rey Ramiro, esfuérzate en tu oración y sé firme y fuerte en tus hechos, que yo soy Santiago. Y ten por verdad que tú vencerás mañana”. 

¿realidad o fantasía? Muchos historiadores han tratado de rastrear los orígenes de la leyenda, que dio origen a esa famosa arenga tan empleada por los españoles aludiendo a que el apóstol siempre estaba presente entre las tropas españolas.

Para los autores se trata de una leyenda, ya que la primera redacción sobre este hecho prodigioso aparece a mediados del siglo XIII, tiempo después de que hubiera tenido lugar aquella supuesta aparición al rey Ramiro, dato muy sospechoso si tenemos en cuenta el gran impacto que tuvo en las huestes españolas, por lo que es plausible pensar que, de haber ocurrido realmente, tendría que haberse recogido por escrito mucho antes.