El odio de Estados Unidos a México

Gerardo Velázquez de León

OPINIÓN 05/07/2019 00:00 Gerardo Velázquez de León Actualizada 22:32

La validez de los proyectos está en juego. Dar el golpe de autoridad ganando el domingo dejaría un camino sin espinas para encarar el futuro, tanto para Gerardo Martino como para Gregg Berhalter, dos entrenadores que inician después de grandes fracasos en el pasado reciente; unos, los estadounidenses, quedando fuera del Mundial, y los otros, eliminados donde siempre: en octavos de final.

La Concacaf, que siempre diseña la Copa Oro para que estos equipos se enfrenten en la final, no lo había logrado desde hace ocho años. La última vez fue en 2011, en Pasadena, en una de las tardes inolvidables del futbol mexicano, porque iba perdiendo 2-0 y terminó ganando 4-2. Un fabuloso resultado que le daba credibilidad a un proyecto, al de Chepo de la Torre, aunque poco después las caídas fueron constantes.

Durante tres ediciones seguidas fueron los finalistas: la mencionada, 2007 y 2009. Hoy, regresan los grandes protagonistas del área a definir cuál es el mejor, bajo el gran orgullo que representa jugar entre ellos. Hay un odio deportivo entre estadounidenses y mexicanos cuando están en el campo de futbol.

Gregg Berhalter fue jugador de la selección estadounidense en más de 40 partidos; sabe perfectamente qué le duele al futbol mexicano; de hecho, estuvo en el partido más doloroso de la historia de México y fue titular, aquel que se jugó por los octavos de final del Mundial 2002 y en el que Estados Unidos humilló a la Selección de Javier Aguirre, en Jeonju. Los defectos mexicanos los conoce a la perfección y claro que pertenece a la generación exitosa del “2-0”, que siempre ganaba en Columbus por la eliminatoria mundialista.

El mayor valor de esos equipos que constantemente derrotaban a la Selección Mexicana era la paciencia, sabían que —tarde o temprano— la defensa tricolor fallaría y, defendiendo, buscaban jugar al error. Seguramente, así será el domingo en el Soldier Field de Chicago.

Martino ya vivió lo peor de la Copa Oro en funcionamiento, porque lo que vio desde una de las elegantes suites del estadio de Glendale, Arizona, fue para tener frustración e impotencia. Debe aprender la lección de que ahora el futbol amonesta entrenadores y se deben comportar correctamente en el banquillo, porque las suspensiones serán cada vez mayores. El martes se le necesitó en el banquillo y lo sabe; tal vez, con su presencia y liderazgo podría haber compuesto un partido infumable de su equipo.

Se agota el tiempo para ambas selecciones y por primera vez en la Copa Oro tendrán tiempo suficiente en una ciudad para preparar el partido. Chicago será, de nueva cuenta, la sede de una final esperada por la Concacaf, los aficionados y todos los que siguen el futbol del área. Ese mismo estadio que pronto tendrá una de las más esperadas celebraciones de la historia del futbol americano, porque el 5 de septiembre será ahí donde Bears y Packers inicien la temporada 100 de un deporte que apasiona de verdad al estadounidense. Lo del domingo es un capítulo para los cientos de miles de mexicanos que viven aquí. 

 @gvlo2008
[email protected]

Comentarios