Efecto chachalaca

LEO AGUSTO

OPINIÓN 18/11/2019 10:24 LEO AGUSTO Actualizada 10:24

Saludos, queridos míos. Durante la campaña presidencial de 2006, con el PRI secuestrado por Roberto Madrazo y con un desdibujado Felipe Calderón, López Obrador parecía ir en caballo de hacienda en la ruta hacia Los Pinos, hasta que se encontró con su peor enemigo: él mismo.

Ante la constante intromisión del entonces presidente Vicente Fox en el proceso electoral, López Obrador luchaba para no convertirse en el Dr. Jekyll que todos conocemos. Recordemos que era tal la obsesión del botudo guanajuatense contra el tabasqueño que en un evento de promoción de la salud llamó a luchar contra el “tabasquismo”, cuando quiso decir: tabaquismo.

La contienda electoral de 2006 era, hasta el 16 de marzo, entre Fox y López Obrador, ni el PAN ni Calderón hacían sombra al entonces candidato presidencial del PRD. A fin de mes, Acción Nacional lanzó un spot consignando una frase hoy célebre del candidato de la coalición “Por el bien de todos” pronunciada durante un mitin en Tehuantepec, Oaxaca: “Cállese, ciudadano Presidente, cállate, chachalaca”. Esas dos últimas palabras tuvieron más peso entre los electores por la intolerancia del candidato, que las comparaciones con el extinto presidente venezolano Hugo Chávez y la relación entre ambos que fue negada por el perredista y sus voceros hasta que se hicieron del poder en 2018.

El resto de la historia es de sobra conocido, Obrador comenzó a caer en las encuestas y Felipe Calderón se acercó, nunca creció, hasta generar un escenario “too close to call”; una elección cerrada donde el PAN se hizo de la Presidencia al hacer alianzas con la disidencia priista, esto en una de las campañas de contraste más polémicas en la historia reciente de México. Seis años más tarde, López dio la razón a sus detractores al presentarse nuevamente como candidato enfundado en piel de oveja. Ya en Palacio Nacional, el Presidente se ha mostrado como el pejelagarto intolerante que es, dedicando insultos y descalificaciones a quienes osen contradecirle, así sean miembros de su propio gabinete, activistas de derechos humanos, periodistas o, incluso, las propias leyes de la aritmética en las votaciones legislativas y sólo han pasado 11 meses de gobierno.

Pero el talante iracundo e intolerante no ha afectado a Obrador, sino la violencia. El punto de inflexión en las encuestas fue la inseguridad pública y la incapacidad del gobierno para enfrentarla, con el ‘Culiacanazo’ y la masacre de los integrantes de la familia LeBarón, situaciones que, por lo pronto, ya costaron 11 puntos en la aceptación popular del gobernante, con una tendencia a la baja en franca caída libre.

La vulgar ambición obradorista por el poder ha quedado demostrada por la realidad, misma que buscan torcer, al igual que los partidarios de Santa Anna tras la pérdida de la mitad del territorio nacional en el siglo XIX. Vea usted la décima triunfalista de la época: “¡Ay, pobrecitos polkitos! Buen petardo se han pegado, que pensaban ir por lana y salieron trasquilados”. Esperemos que la realidad se ajuste pronto a la cosmogonía de la 4T. De lo contrario, pobre realidad.

Bitácora de lo absurdo. En el Trolebús se ha terminado con el acoso a las mujeres por decreto. La Semovi, que dirige Andrés Lajous, colocó unas pegatinas para declarar zonas libres de hostigamiento. Genial, a nadie se le habría ocurrido.

@LeoAgusto

 

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