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1985, el año en que los Bears de Chicago humillaron a los Patriots en el Super Bowl XX

1985, el año en que los Bears de Chicago humillaron a los Patriots en el Super Bowl XX

1985, el año en que los Bears de Chicago humillaron a los Patriots en el Super Bowl XX (Foto: Especial)

Deportes 12/02/2023 13:55 Jorge Cisneros Actualizada 13:55
 

Pocos equipos han ejercido un dominio tan feroz como los Bears de Chicago de 1985 en su camino a la paliza de 46-10 que le dieron a los Patriots de Nueva Inglaterra en el Super Bowl XX.

Se quedaron a un juego de alcanzar la marca perfecta lograda solo por los Dolphins de Miami en 1972 y armaron una de las mejores defensas en la historia de la NFL.

El de la “ciudad de los vientos” fue un equipo de una vez en la historia. Línea por línea el escuadrón fundado por George Halas en 1920 es uno de los más sólidos que se hayan parado en un campo de fútbol americano profesional. De sus filas salieron cinco integrantes del Salón de la Fama: Walter Payton, Dan Hampton, Mike Singletary, Richar Dent y el entrenador en jefe, Mike Ditka.

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También fue semillero de entrenadores de la liga como el propio Singletary, quien dirigió a los 49ers de San Francisco; Jeff Fisher, quien llevó a los Titans al Super Bowl XXXIV; Leslie Frazier, quien estuvo al frente de los Vikings, y Ron Rivera, el coach de origebn mexicano que llevó a los Panthers al Super Bowl L, y hoy está a cargo de los Commanders de Washington.

Los Bears impusieron su ley con la defensiva de 46, que concentraba rápidos y agresivos linebackers en la línea de golpeo, ya fuera para atacar al pasador o engullir a los corredores. La mente maestra de la defensa fue Buddy Ryan, quien llegó al equipo antes que Ditka y creó un escuadrón implacable pero también formó una dualidad de poder porque no permitía que el entrenador en jefe tomara parte en las decisiones.

En el único juego que perdieron, paradójicamente ante los Dolphins, se negó a hacer una sustitución y fue retado por Ditka a arreglar sus diferencias a golpes.

La ofensiva sin alcanzar la espectacularidad de sus compañeros tenía como estandarte a Walter Payton, considerado uno de los tres mejores jugadores en la historia de la NFL, y en los controles se encontraba Jim McMahon, pasador carismático, seguro y confiable.

Esta máquina de jugar fútbol que blanqueó a cuatro equipos en el año, dos de ellos en playoff, enfrentó a los Patriots, los arrasó 42-10 y dejó constancia de su dominio en tres récords: el mayor margen de diferencia, 36 puntos; menos yardas permitidas por carrera, solo siete; y más capturas al quarterback, también siete.

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Quizá por su singularidad, esos Bears se permitieron negarle a su emblema, Payton, quien se retiró con la marca de más yardas ganadas por tierra, la miel de anotar en el juego grande. En su lugar, con el partido definido, en una jugada en la yarda uno del rival le dieron la bola a la atracción del año, William Perry, un obeso liniero defensivo que se llevó por delante a dos tacleadores. Espectacular pero sacrílego.

“Sweetness”, quien murió en 1999, siempre lamentó no haber anotado en un partido del campeonato de la liga.

El final de ese partido marcó mostró otra marca del equipo: en 1966 nació una tradición con los Packers de Vince Lombardi. El coach ganador sale del campo a hombros de sus jugadores; los Bears cargaron a Ditka pero los defensivos levantaron a Ryan, ejemplo de que en un colectivo había dos cabezas y varios bandos.

Excesivos en su dominio y su conducta los Bears de 1985 son son un equipo irrepetible también por el hecho de que nunca una escuadra tan poderosa ganó tan poco con todos los elementos para formar una dinastía al estilo de los Steelers, los 49ers y Patriots, solo ganaron un título.

(Foto: Especial)

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