Lucha libre

La Comandante aguantó todo tipo de agresiones hasta conseguir un sitio en el ring

La ruda es terapeuta física y con esa profesión enfrenta la falta de trabajo en la pandemia

La Comandante aguantó todo tipo de agresiones, hasta conseguir un sitio en el ring

Foto: Archivo El Gráfico

Deportes 15/01/2021 16:34 Gabriel Cruz Actualizada 16:51
 

Ganarse un lugar en la lucha libre ha sido una aventura plagada de obstáculos, ofensas y discriminación para Norma Martínez, mejor conocida como La Nazy o La Comandante. Una ruda a quien nada pudo alejar de los enlonados.

Heredó de su padre el gusto por azotarse, quien fue gladiador en arenas chicas y desde los 7 años bordó su camino acompañándolo a las funciones, aunque ser luchadora no resultó tan sencillo. “Al terminar la secundaria, me acerqué a mi padrino, El Mexicano, la que me animó más fue mi hermana mayor, empezamos juntas”.

El primer obstáculo fue su peso, cargaba con 87 kilos y hacer una maroma era una hazaña. “A los 14 años fui a una convocatoria con Blue Panther. No aguanté y regresé a la escuela, tampoco duré. Entonces, de nuevo, mi hermana y mi padrino me animaron para ir al gimnasio Ham Lee, donde Shadito Cruz y Felipe Ham Lee me echaron la mano”.

Aunque ya pesaba 110 kilos y le tenían más fe a su hermana. “Los alumnos del gimnasio nos decían que eso era para hombres, que nos fuéramos a cuidar niños y a lavar pañales. Eran tranquizas las que nos daban, pero mi mamá era la primera que nos levantaba para volver a entrenar, decía que si queríamos ser luchadoras lo hiciéramos bien. Entre más nos pegaban, más íbamos, lo hacía por el coraje de demostrar que podía con eso y mas”.

En el camino encontró muchos ‘enemigos’, pero uno que la desilusionó. “Dr. Wagner Jr. era mi ídolo y una vez me aventó muy feo del ring, pero le dije que no me iba a correr. Shocker y él fueron los que más se ensañaron conmigo. También en la Arena México me trató muy mal, decía que para ellos era una mugrosa, que no me querían ahí. Hubo mucho machismo, pero no me rendí”

En otra ocasión, en el vestidor de la Arena Coliseo la mandó a cambiarse al baño. “Le dije que siempre lo había admirado y que un ídolo no era así. Se puso serio y me respondió que no era su intención ofenderme. Cien Caras y Andrés Reyes (Universo 2000) fueron los que mejor me trataron, ellos si fueron buenos compañeros”.

Con el paso del tiempo, la empezaron a respetar, “Wagner me dijo que después de cinco años me había ganado un lugar y me dio la bienvenida. ‘Agradezco’ que me trataran con mano dura, si no hubiera sido discriminada, hubiera terminado lavando pañales, me sacaron la casta y el carácter. Pero no me sacaron de la lucha libre”.

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Es terapeuta física y así ha enfrentado la falta de trabajo en la pandemia. Su consultorio está en Michoacán 19, Isidro Fabela, en Tecamac.

 

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