Boxeo

David Picasso, campeón juvenil del CMB sueña con igualar a Óscar de la Hoya

Los guantes cambiaron su infancia, que se consumió entre la escuela y las funciones los fines de semana

David Picasso, campeón juvenil del CMB sueña con igualar a Óscar de la Hoya

Foto: Archivo El Gráfico

Deportes 08/08/2020 15:07 Gabriel Cruz Actualizada 15:08
 

A lo largo de sus 20 años, la vida de David Picasso ha transitado entre oportunidades que pocos pueden presumir. Fiel al deporte y la vida que eligió para su futuro, desechó algunas y no se arrepiente.

Es boxeador y los números avalan su decisión. Tiene un récord de 13-1, cinco triunfos por la vía rápida y es el actual campeón juvenil intercontinental pluma del CMB.

Una historia que empezó a los siete años, cuando probó varios deportes pero ninguno le aguantaba el ritmo.

Hasta que su papá se rindió y lo metió al gimnasio para entenderse con los guantes y el costal. “No me daba miedo. Un día llegó un niño al gimnasio y me subieron con él, me gustó. Vino mi primera pelea y medalla, me empecé a motivar más. Él (su papá) no quería que fuera boxeador, pero con el tiempo aceptó porque sabe que es una disciplina que da valores. Me ha fomentado el respeto y la empatía”.

Los guantes cambiaron su infancia, que se consumió entre la escuela y las funciones los fines de semana.

Aunque también era bueno para las patadas y pudo ser futbolista profesional.

“Un día jugando en la Tercera División enfrentamos al Pachuca Oro y nos faltaban jugadores. Todos pensaban que perderíamos. Metí cuatro goles y ganamos. Me invitaron a fichar con ellos, pero ya tenía mi camino”.

DE BARRIO BRAVO

En la colonia Guerrero y sus alrededores lo conocen como el ‘Rey’, una zona plagada de gimnasios, llenos de sueños como el que él abraza. “Hay amor por el deporte en la Morelos, Tepito, Garibaldi, la Guerrero, pero también mucho talento desperdiciado porque suele verse sólo lo malo y no el lado positivo”.

Admirador de Mohamed Ali y Manny Pacquiao, David memoriza los estilos del ‘Finito’ López, Óscar de la Hoya y Vasyl Lomachenko, todos inspiración en el trabajo diario que lo llevó a ser monarca.

“Es un paso muy grande en mi carrera. Es un campeonato también de ‘Panchito’ Arce, mis papás y todo mi equipo. A corto plazo vamos por otro cetro y quiero clasificarme bien”.

Y lo hace aliado a una rutina que no permite distracciones. Inicia a las 4:30 de la mañana para ir a correr a la Alameda Central, “después vamos al gimnasio; luego tomo el metro Guerrero hasta Universidad y estoy en la escuela hasta las tres o cuatro de la tarde. Regreso a casa, voy a entrenar y vuelvo a dormir”.

La escuela es un mundo que habita persiguiendo otros sueños. “Allá nadie sabía que era boxeador, hasta que uno de mis amigos me vio en la tele y compartió una foto con los compañeros, así se fue corriendo la voz”.

Estudia el cuarto semestre de la carrera de Física en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Siempre fue muy curioso y con hambre de conocimiento. “En la prepa no sabía qué estudiar, tenía un mundo de ideas en la cabeza pero me di cuenta que la física engloba muchas cosas, en cualquier cosa que hacemos está la física. Después de ella quiero ir a neurociencias”.

Va más allá y trata de aplicar la física en su boxeo, así que le gustaría hacer un estudio más completo “acerca de cómo la física puede ayudar a que los golpes sean mejores, de cómo cuidarnos neuronalmente”.

Va rápido y su mente vuela sin freno. En cinco años, advierte, ya estará dando los primeros pasos de la escuela de tecnología y ciencias del país que quiere abrir. “Hay mucha fuga de cerebros y quiero ir al sureste mexicano, donde faltan oportunidades”.

Él tuvo una que descartó por el momento, para no traicionar sus sueños. Participó en un simulador para entrar a la NASA, avanzó en el proyecto “pero preferí mis estudios, quiero quedarme en México y crecer con él”.

PUMA, DESDE LA CUNA

Picasso estudia en la UNAM, pero es puma desde que recuerda, una afición a la que se aferra, pese a que no siempre haya alegrías. “La primera vez que fui a un estadio de futbol fue a los 11 años. Hay mucha gente preparada en la Rebel, por eso cuando no tengo una pelea importante o no estoy en preparación, me doy una vuelta al estadio para estar con ellos y apoyar al equipo”.

Darío Verón marcó su afición. “Recuerdo una serie de Liguilla que iba perdiendo Pumas, gracias a su empuje avanzaron. Me agradaba el corazón que ponía en la cancha”.

Ese empuje no lo ve en el actual equipo, aunque no deja de alentarlos. “Siento que han tenido problemas internos y hace falta que metan más garra. Son varios años sin lograr nada”.

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