La lucha libre actual requiere de cualidades que en el pasado eran impensables. Anclada en el estilo aéreo, desde hace años, la vieja escuela fue rebasada por los estetas que arriesgan todo en una batalla.

En ese camino de “evolución”, el réferi, otrora figura respetada y que inspiraba admiración, ha perdido presencia.

Lejos quedaron los tiempos del “Güero” Rangel y compañía, tipos que imponían y eran capaces de superar a los egos de verdaderas estrellas de los cuadriláteros. Don Rafa, “El Maya”, es el último representante de esa raza, la que no se intimidaba ante los bravucones.

Cómplice de grandes luchas en la época moderna, “El Maya” se ha ido perdiendo entre una generación que no tiene problema en subir al enlonado a un aficionado o un luchador que llegó por casualidad.

Si el rigor para permitir a los luchadores es mínimo por parte de las comisiones, cuando se trata del que impone la ley sobre el ring, la negligencia es mayor. Y es un personaje cuya trascendencia no debe subestimarse. 

Muchas veces no va más allá de una mala actuación que “influya” en un resultado, como el caso del “Güero” Noriega, quien se vio muy verde en la final de la Copa Dinastías. Pero en otras, la integridad de los gladiadores está en juego y se requiere gente preparada en todos los aspectos.

Ser exluchador no es tampoco garantía de ser un buen réferi. Así que ojalá alguien le tome la palabra al “Maya”, quien tiene la intención de preparar a los nuevos réferis.

¡Buenas luchas!