Sufre discriminación en su país

Rodolfo Rosales

OPINIÓN 27/12/2016 09:29 Rodolfo Rosales Actualizada 09:29

Josué Avilés es un taxista que abandonó su natal Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, por la forma en que era maltratado y humillado.

De cabello ensortijado, piel morena, sonrisa fácil y directo en su forma de pensar, así es Juan Antonio Gómez, uno de los tantos taxistas de la Ciudad de México.

Su historia no es bonita, más bien es nuestra ciudad, pero que abandonó el lugar que lo vio nacer por los abusos en su contra.

“Sabe…”, dice mirando por el retrovisor, “esta ciudad es muy caótica, pero la prefiero a vivir en donde yo nací”.

¿Pues dónde nació?, le pregunté: “Nací en Tapachula, Chiapas, y todo era felicidad, porque trabajaba cruzando a la gente por el río Suchiate, de México a Guatemala y al revés, en las balsas, se ganaba bien”.

Entonces le hice la clásica pregunta de ‘qué lo trajo para acá”.

“La discriminación joven, sólo eso. Allá, los paisanos son bravos, sobre todo por mi color de piel; de hecho me pusieron de apodo el Hondureño y esa fue una cruz muy pesada”.

“Mire, cuando crecí y que iba por la calle, el que me llamaran negro, era lo de menos, lo malo es que cuando quise ingresar a la secundaria, no me creían que fuera mexicano, me pusieron muchas trabas, hasta que mis padres demostraron que soy mexicano”.

Después, tuvo otro problema mayor, “porque los chiapanecos, no todos, pero sí la gran mayoría de los tuxtleños, todos me trataban como si no fuera mexicano. Incluso, cuando fui a tramitar mi credencial para votar fue un lío”.

“Tuve que llevar hasta testigos para comprobar mi nacionalidad, la verdad fueron momentos humillantes para mí”.

“Luego, cuando viajaba en camiones normales y había operativo de migración, casi siempre me bajaban. Me preguntaban que en dónde había comprado la credencial de elector y me amenazaban con llevarme detenido”.

“No lo va a creer, pero en una ocasión me preguntaron por personajes históricos de nuestro país y hasta me obligaron a contar el Himno Nacional para que me dejaran ir.

“Les reclamé y les hice ver que estaban abusando de su poder y que hasta podía demandarlos, pero más se burlaron ‘quién te manda a no parecer mexicano’, se echaron a reír y yo me quedé con mi coraje”.

“Lo mismo ocurría con la gente que no me conocía, me trataba mal, por no ser mexicano, qué ironía”, se queja amargamente. 

“Así que esas fueron las razones por las cuales me vine a vivir a la Ciudad de México, acá la gente no se fija en nada del color o el tono de voz, como allá. Yo veo en la televisión que en Estados Unidos los mexicanos sufren de racismo, pero en Tapachula, alguna gente es peor”, nos cuenta nuestro lector.

Contáctanos por whatsapp

55 41 91 72 50

 

Comentarios