Binoculares

OPINIÓN 22/09/2014 05:00 Actualizada 05:00

PREPARAN GUILLOTINA En las filas de la Procuraduría capitalina hay preocupación y molestia porque han comenzado a llegar las notificaciones al personal que no aprobó los exámenes de control de confianza. De acuerdo con el procedimiento, tras la notificación se inicia un acta administrativa que podría derivar en el despido del trabajador. Se prevé que antes de finalizar este año, unos 600 empleados entre policías de investigación, ministerios públicos, oficiales secretarios y hasta fiscales sean sometidos a este proceso. Ante esto, los trabajadores de la PGJDF han anunciado que buscarán un amparo colectivo y presentarán una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Y es que, dicen, enviar a la calle a decenas de policías que difícilmente encontraran otro empleo, es llevarlos a delinquir.

UNA BUENA ESTRATEGIA En medio del desatre provocado por Minera Grupo México, en Sonora, el gobernador del estado, Guillermo Padrés, ha tratado de exprimir el escándalo para que él no salga raspado. Y es que con la contingencia se descubrió la presita que tenía el gobernador en una de sus propiedades que, según dijo, resulta que no era una presa, sino “un muro de protección” que, con todo y no ser presa, desviaba el agua e impedía que llegara a cientos de habitantes de Bacanuchi. Pues Padrés, al verse descubierto, primero dijo que el gobierno federal no había cumplido con su responsabilidad de vigilar a la minera responsable del derrame y que expulsaba a sus representantes por incompetentes; luego dijo que la presa no era presa y ahora resulta que la minera procovó el derrame para afectarlo. Dos temas distintos que lo único que dejan ver es la corrupción que existe, de políticos y empresarios.

LEYES MOCHAS Parece que poco a poco y con el dinero de la reparación del daño que se les ha entregado a los familiares de las víctimas, los responsables de la muerte de dos mujeres durante un baile en Ecatepec podrán quedar libres. Y es que al parecer no tiene que ver con la justicia, sino con el modo en que están hechas las leyes, cuyas penas algunas veces desaparecen —como en este caso—, al “reparar el daño” y dejan un mal sabor de boca.

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