¿Cambio climático o de hábitos?

OPINIÓN 22/04/2014 05:00 Actualizada 05:00

En estos días de abril han ocurrido algunos fenómenos naturales —en especial en la zona metropolitana de la ciudad de México— que han puesto a la gente a pensar respecto de las posibles conexiones entre nuestros hábitos y la concurrencia de dichos sucesos: granizadas atípicas, sismos, eclipses, cambio climático, etcétera.

Respecto de los eclipses, como el lunar del pasado día 15, o el sismo del día 18, los seres humanos no podemos hacer otra cosa que observarlos como una inigualable oportunidad para extraer conocimientos nuevos de ellos. Lo mismo ocurre con lo acontecido el pasado 13 de abril en que se dio a conocer (y muy pocos medios dieron cuenta de ello) el más reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).

En términos concretos, el referido informe Cambio climático 2014. Mitigación del cambio climático, plantea la urgente necesidad de “limitar el aumento de la temperatura media global a 2 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales”.

La meta, sin embargo, considera que sin la cooperación de la humanidad en todos sus órdenes (conocimientos científicos, desarrollo tecnológico, voluntad política, conciencia social e incluso riqueza cultural y simbólica) no podremos garantizar al menos 50% de probabilidades de alcanzar este umbral; por eso, en este preciso momento se llevan a cabo encuentros en todo el mundo, para hacer que el mensaje o grito de alerta se escuche bien y claro: “Para evitar interferencias peligrosas en el sistema climático, no podemos seguir con el statu quo (es decir, un aumento en el consumo de entre 1.6% y 3% anuales). No debemos seguir actuando como lo hacemos cada día. Tenemos que cambiar”.

¿Qué acciones puede un ciudadano de a pie aplicar en su modesta vida diaria?

Van algunas: usar lo menos posible el automóvil, evitar la quema de ciertos materiales como carbón, llantas o pólvora, cuidar el agua —especialmente, evitar tirarla en aras de costumbres sin sentido—, depositar por separado la basura orgánica e inorgánica y nunca jamás arrojarla al suelo porque después, con las lluvias y las granizadas, esa basura se convertirá en tapones e inundaciones, y un punto muy importante: educación basada en el mayor de los valores: el respeto.

Estaremos así dando a nuestros hijos un mejor mundo pero, también, dándole al mundo mejores habitantes.

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