Las últimas horas de Aguirre

OPINIÓN 20/10/2014 05:00 Actualizada 05:00

Es inminente la salida de Ángel Aguirre como gobernador de Guerrero porque, ante la falta de respuestas a la desaparición de los 43 normalistas y el descubrimiento de que Iguala es una enorme tumba clandestina, su renuncia es la mejor manera de liberar presión, con el menor daño político, para evitar un estallido.

La otra opción que abriría un cauce de solución a la crisis es más costosa en sus consecuencias políticas: la desaparición de poderes promovida por el PAN, cuya viabilidad discutirá mañana el pleno del Senado. Si se aprueba se va Aguirre, pero también se van los diputados y los jueces del estado.

Sugieren la inminencia de que el gobernador de Guerrero pedirá licencia, no sólo por los daños que el problema le ha hecho al gobierno de Enrique Peña Nieto, sino la cercanía del inicio del procedimiento de desaparición de poderes. Es previsible, por eso, que Aguirre lo haga en el transcurso de este día.

Su salida, es cierto, no aparecerá a los 43 jóvenes de Ayotzinapa, ni romperá la colusión de autoridades y narcotraficantes, ni devolverá la seguridad a los guerrerenses, ni sacará del pasmo en que se encuentra el gobierno federal, pero sí destensará el ánimo social al cumplirse la demanda que a gritos y por miles han exigido en las marchas de los últimos días en Chilpancingo y Acapulco; además de que ayudará a la celeridad y credibilidad de la investigación, al tenerse la incuestionable certeza de que quien es investigado no forma parte de esa investigación.

Tales fueron los argumentos esgrimidos el fin de semana en el Consejo Político del PRD por senadores como Miguel Barbosa y Alejandro Encinas al pedir que ese órgano de decisión exigiera a Aguirre (político de alma priísta, pero vestido de perredista para llegar a la gubernatura) la inmediata solicitud de licencia.

Pero Los Chuchos, la corriente que postuló a Aguirre y cuya hegemonía ha destruido al PRD, echó mano de su mayoría en el Consejo para impedirlo y dio su apoyo al gobernador de Guerrero.

A pesar de él, la renuncia del gobernador de Guerrero sigue siendo la única manera inmediata de liberar la presión que ha puesto en jaque al sistema mismo mediante estos indignantes hechos en los que uniformados y delincuentes actuaron coludidos, con el aval, por lo menos por omisión, de efectivos militares ampliamente desplegados en territorio guerrerense.

¿Quién, por lo demás, asestó este golpe al corazón mismo del sistema? Que el presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca y su esposa (familiar de conocidos narcotraficantes en el estado) hayan huido, no los hace los únicos responsables intelectuales de la matanza y desaparición de normalistas. Ni el tamaño de la provocación ni sus destinatarios pueden provenir, exclusivamente, de dos personajes políticamente tan menores.

No es comprensible, por otra parte, que la orden haya provenido de Aguirre o de instancias del gobierno federal. Sería suicida. De ahí que sea posible creer que el principal destinatario de la provocación sea el gobierno de Peña Nieto. Pero ¿por órdenes de quién? ¿Acaso el narcotráfico en busca de venganza o quizá un grupo o grupos políticos que ven amenazada su influencia local de cara a las próximas elecciones en la entidad o en las federales o tal vez una combinación de ambas? ¿Habrá algún personaje oculto “manipulando los hilos” en esta crisis y aprovechando la torpe respuesta del gobierno federal?

Si lo hay no es, por cierto, Andrés Manuel López Obrador a quien, estúpidamente y con severas limitaciones de análisis, se le quiere ver como el autor intelectual de estos hechos y de las movilizaciones del Politécnico. ¿Que no esos mismos opinadores han reducido a casi nada la fuerza e influencias políticas de AMLO y Morena? Quizás, en todo caso, capitalice, en beneficio de sus propias reivindicaciones políticas, el clima de agitación que vive el país que sin duda empeorará cuando se nos diga que los normalistas siguen sin aparecer o que aparecieron muertos.

López Obrador, por lo pronto, y si no quiere ser arrastrado por la misma crisis, deberá romper el silencio que ha mantenido en torno al asunto, pues no puede negar que él mismo propuso como candidato de Morena al gobierno de Guerrero al hoy cesado secretario de Salud, Lázaro Mozón, amigo y promotor del prófugo alcalde José Luis Abarca.

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