La violencia que vivimos en México cada día es mayor, aunque los políticos se empeñen en negarla y la estrategia de comunicación a nivel federal sea no hablar de ella. Para Peña Nieto simplemente no existe. Gobernar a través del spot tiene su límite al encontrarnos con la realidad, la que se palpa en las calles, también al transitar las costosas autopistas privatizadas. La violencia se vive a diario, afecta a todos, la encontramos en la escuela y hasta dentro de la misma casa, como sucedió con la madre de la incansable compañera luchadora Sonia Sanjuan, a plena luz del día en Jalapa, Veracruz, al intentar asaltarla.

Así está todo el territorio. Los y las migrantes sufren en carne propia el acoso, tanto de los gobiernos como del crimen organizado. Tal es el caso de la denuncia hecha por el padre Alejandro Solalinde Guerra, a través del sitio web del albergue “Hermanos en el Camino” sobre la joven activista Paola Quiñones, quien fuera secuestrada por un grupo armado cuando el autobús en el que viajaba fue interceptado cerca de Reynosa, Tamaulipas. Paola es hondureña. Ella fungió como vocera de las mujeres centroamericanas en la pasada Caravana Peregrinación Migrante por el Diálogo. Los gobiernos de centroamericanos, especialmente Honduras, deben hacer efectivos los mecanismos existentes que podrían salvaguardar la integridad de los hondureños en nuestro territorio. El pasado 1 de junio, la Caravana salió de Ixtepec con más de 60 personas provenientes de El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras con destino a la ciudad de México para entrevistarse con autoridades federales y diplomáticas de sus respectivos países. Posteriormente, los integrantes de la Caravana retomaron su camino hacia la frontera norte, donde se encontró Paola con sus secuestradores. Esta tragedia humanitaria debe de parar, más de 90 organizaciones de derechos humanos se organizan desde la sociedad para llevar a cabo acciones urgentes para detener lo que se ha convertido en una verdadera tragedia humana. Esto es México.