Amarga experiencia

Rodolfo Rosales

OPINIÓN 18/04/2017 11:02 Rodolfo Rosales Actualizada 11:02

Su nombre lo reservamos porque así nos los pidió. Porque su historia no es tan común. En realidad, es algo que lo tiene inquieto y eso que ocurrió hace 15 años.

Mire señor, por casualidad he tenido la oportunidad de leer tres columnas de sus historias de taxi y eso porque un compañero me mostró el relato que les hizo y bueno, aunque lo pensé y por momentos creí que no podría hacerlo, por fin me animé y lo hago para poder descargar un poco mi pesar”.

“Era el mes de mayo de 2002, el día estaba desquiciado, había mucho tráfico y decidí irme a casa a descansar, pero no podía avanzar. Tomé un atajo y poco a poco me iba alejando de la locura, pero debido al calor me empecé a sentir con sueño”.

“Bajé todo el vidrio de mi ventanilla para que el aire me despertara y parecía que todo iba bien, porque el aire me despertó y calles adelante una señora me hizo la parada, iba casi para donde queda mi casa y la subí”.

“Me iba contando que era viuda y que la estaban esperando sus hijos para ponerse de acuerdo, vender la casa que había sido de su esposo y de ella, para irse a vivir a Michoacán, donde había nacido. Iba contenta. ‘Lo pensé mucho señor, pero creo que irme a mi tierra con mi hija y una hermana, será lo mejor’, me contó”.

“Yo le dije que eso estaba bien, porque vivir en la ciudad es muy complicado. En esas estábamos, cuando al pasar una calle una camioneta salió volada y me pegó por atrás. Yo sólo me aferré al volante porque el coche se fue contra un poste”.

“Vi a la señora cómo voló del asiento de atrás y su cabeza se estrelló en el parabrisas. La vi morir, tenía la cabeza llena de sangre y sus ojos abiertos. Yo no sé si fue la impresión o los golpes, pero me desmayé”.

“Cuando desperté, estaba en calidad de detenido en la Cruz Roja, con la pierna derecha fracturada y con varias descalabradas. Entonces mi familia me dijo que ya habían contratado a un abogado y que el seguro del taxi se estaba trabajando con las autoridades, sobre los peritajes, para determinar si es que yo tenía responsabilidad en la muerte de la señora”.

“Fueron 10 días los que estuve hospitalizado, donde hice tres declaraciones: que la camioneta nos había pegado por atrás y nos proyectó al poste”.

“Como estaba detenido, pero en cama, la verdad que el día se me hacía muy largo y cuando lograba dormir, soñaba la cara de la señora, con sus ojos bien pelones y llena de sangre, y me despertaba sobresaltado”. 

“Para mi buena suerte, el peritaje arrojó como resultado lo que yo había declarado y quedé absuelto de la muerte de la señora. Salí del hospital en silla de ruedas, la cual dejé tres meses después y anduve en muletas; luego la rehabilitación, hasta que empecé a caminar, seis meses después”. 

“Duré un año sin manejar, pero como uno debe comer, regresé a la manejada, pero en ocasiones sueño con la señora”.

“De eso ya han pasado 15 años y mire, no puedo olvidar eso. Como verá, mi historia no es divertida, pero sentía necesidad de contarla”.

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