Las vueltas de la vida

Rodolfo Rosales

OPINIÓN 16/05/2017 11:35 Rodolfo Rosales Actualizada 11:35

Todo ocurrió hace tres meses, afuera del hospital de La Raza, cuando una mujer, con un señor en silla de ruedas le hizo la parada.

“Fue algo increíble, era Maribel, mi primera novia, con la cual hasta hice planes de boda, pero su padre no nos dejó, porque según él, “¡cómo se iba a casar con un taxista!”, pero creo que le hubiera ido mejor conmigo y les cuento por qué”.

“El señor de la silla de ruedas era su papá y se veía acabado, pero por respeto no pregunté nada. Maribel estaba nerviosa de verme, porque aunque ya han pasado 20 años de que dejamos de vernos, yo la conozco bien y la vi por el retrovisor”.

“Me dijo que le daba gusto verme ‘luces bien, te ha tratado bien la vida’. No me quejo y le sonreí y ella se puso roja, porque mi sonrisa siempre la puso nerviosa”.

“Entonces su papá, ya como de 70 años, me dijo ‘maneje con cuidado joven, porque me duele la cabeza’ y luego se durmió. Porque íbamos de La Raza hasta El Arenal”.

“Ella me contó que a los dos años que dejamos de vernos se casó con Jorge, el hijo del dueño de la vinatería, que estudió ingeniería, al que su padre siempre consideró un buen partido, pero que todo salió mal, porque le salió borracho y muy irresponsable. ‘Yo le reclamé a mi papá el que no nos hubiera dejado casar’, me contó”.

“Yo sentí feo y más cuando me preguntó si estaba casado y le dije que sí, que tenía un niño en la prepa y a una niña en la secundaria, que mi esposa es una buena persona y que yo había acabado la prepa abierta los sábados; que por las mañanas trabajaba en una empresa abarrotera y que por las tardes manejaba mi taxi”.

“Entonces ella hizo una cara muy rara ‘lo que son las cosas y mi papá siempre me dijo que tú no tenías futuro, que nunca ibas a pasar de taxista’, yo le comento que así es el destino, que uno no sabe cómo será el futuro”.

“Su cara se puso triste y casi al borde del llanto me confesó que ella se divorció a los tres años de casada y que tuvo una hija que este año sale de la prepa, pero que la vida no ha sido muy fácil, porque su esposo no le pasa pensión y que con la pensión de su papá no les alcanza, por lo cual puso un puesto de dulces afuera de su casa”.

“Todo trabajo es honrado y debes sentirte muy bien de que no se has quedado de brazos cruzados y que luchas por sacar adelante a tu hija. Cuando llegamos a su casa, ahí estaba su hija en el puesto. Abrí la cajuela, saqué la silla, luego cargué al señor, lo puse en la silla y se quedó a un lado de la entrada de su casa. Ella me quiso pagar, pero no lo permití y me dio las gracias. Luego me subí y me fui con mucha tristeza, no sé si fue porque no me casé con ella o por su mala suerte”.

 

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