México Bárbaro

OPINIÓN 15/10/2014 05:00 Actualizada 05:00

Día con día nos sorprendemos e indignamos más con los terribles acontecimientos que bañan de sangre nuestro país. Entre capos, cárteles, asesinatos, secuestros, levantones, ajustes de cuentas, fosas y todas esas palabras, que según el colombiano Óscar Naranjo (ex asesor de la presidencia en materia de seguridad) no deben utilizar los medios de comunicación. Para el fallido funcionario “la seguridad pública es una cuestión de percepción”. Por esto, la manipulación y tergiversación de la información forman parte esencial de la estrategia de Enrique Peña.

No obstante, hay acontecimientos que por más que quieran manipularnos, no se pueden borrar, limpiar o tapar en la historia. Tal es el caso del asesinato de los seis jóvenes y la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, que deja al descubierto la decadencia del régimen y el contubernio entre el gobierno y el crimen organizado.

México Bárbaro, es el título del libro que el periodista estadounidense Kenneth Turner escribió a principios del siglo pasado, donde retrata la situación que se vivía al final de la dictadura de Porfirio Díaz.

La pobreza, los malos tratos, las jornadas extenuantes de trabajo, la esclavitud, las terribles condiciones de alimentación y vivienda de las mayorías; el despojo de tierras y la matanza de indígenas son parte de lo que recoge el autor en su investigación a través del viaje que emprende al interior de la República. Cuestiones que a 100 años de distancia continúan estando presentes, pero ahora con el componente tóxico del narcotráfico, que desde el sexenio de Salinas de Gortari se fomentó e incrementó mediante sus políticas y acuerdos.

Durante el penúltimo año de su sexenio (1993), dos gobernadores claves asumieron sus cargos: Murillo Karam, en Hidalgo, ahora al frente de la PGR y Rubén Figueroa Alcocer, en Guerrero, quien dejó el gobierno a causa de la matanza de campesinos en Aguas Blancas, a manos de agentes de la policía estatal, en el municipio de Coyuca de Benítez. Ángel Aguirre fungía entonces como su secretario de Gobierno, y fue designado por el Congreso local como gobernador sustituto en el año de 1996. Hoy es el gobernador constitucional arropado en la elección bajo las banderas de la izquierda partidista. Actualmente, Ángel Aguirre se asume como militante perredista.

La lista de los agravios es muy larga, la desesperanza también. No obstante la lucha continúa: ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

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