Ana Guevara, una mexicana más

LEO AGUSTO

OPINIÓN 14/12/2016 09:47 LEO AGUSTO Actualizada 09:47

La senadora Ana Gabriela Guevara (PT) apareció con gafas oscuras en la sala de prensa del Senado, flanqueada por los coordinadores parlamentarios de todos los partidos políticos para dar cuenta a la opinión pública de su estado de salud y los hechos ocurridos el pasado domingo en el atasco vehicular de la carretera México-Toluca. A estas alturas, usted ya sabe que la mejor corredora que ha tenido nuestro país en su historia fue salvajemente agredida por cuatro cobardes montoneros que tuvieron un día de furia al volante. El hecho lamentable es muestra del estado de descomposición social que nos aqueja.

Según relata Ana Gabriela Guevara, fue golpeada por ser motociclista y por ser mujer. Los senadores y diputados muchas veces han sido señalados por el alarde del cargo, por la ostentación de los lujos que da el poder, por la prepotencia. Recordemos a la senadora Luz María Beristáin con su actitud prepotente, pero de izquierda, en el mostrador del Aeropuerto de la Ciudad de México, tras llegar tarde a documentar su salida.

Pero en el caso de la sonorense, que comenzó su camino hacia la cima del mundo del atletismo vendiendo tamales, la cosa es diferente; se transporta en motocicleta, no tiene guardaespaldas ni chofer a su servicio. Ni siquiera al momento de ser agredida, la medallista de plata en Atenas 2004 dijo ser senadora de la República. Ya no digamos la leyenda deportiva viviente. 

En un país donde se respetan los derechos de todos y todas eso es lo conducente; hay un percance, cada quien llama a su seguro y que ellos se arreglen. Pero una cosa es la realidad del país donde vivimos y otra el país al que aspiramos sea, en el que nos gustaría vivir. 

Ana Gabriela Guevara, como tantos y tantas en México, aspira a vivir en un país mejor, su exitosa carrera en el atletismo y en el olimpismo es muestra de ello. Ahora, retirada del deporte, decidió que su camino está en la participación en la vida política del país y hoy como senadora, aunque sea del PT, ni modo, está haciendo su respetable esfuerzo. Sin embargo, recordando una frase utilizada por el escritor Guillermo Arriaga, “Podrás sacar al tigre de la selva, pero no podrás sacar la selva de dentro del tigre”, eso sucedió a Ana Guevara, no importa que sea medallista olímpica, campeona mundial de atletismo o senadora de la República, ella tiene esa sencillez de gente de pueblo, de a pie, un activo poco visto entre la clase política porque conecta con la gente a la hora de las elecciones. 

Respecto al penoso incidente, no hay que perder de vista los enormes huecos en materia social que ha dejado la debilidad del Estado, huecos cada día más cercanos y evidentes, donde los pasajeros de transportes colectivos, cansados de tantos asaltos, aplauden y encubren a los justicieros que asesinan ladrones.

Hacerse justicia por propia mano conlleva el riesgo de que algunos se conviertan en fascistas, también por propia mano, con derecho a agredir motociclistas porque les estorban, porque manejan un auto que los pone en situación de ventaja o, peor aún, porque los “vieron” feo y creen que pueden comportarse como en pueblo sin ley, golpear con saña a una mujer y huir de la escena porque aquí nunca pasa nada. 

Y el hecho sucede justo en el Edomex, donde el reclamo al gobierno de Eruviel Ávila, por el abandono que han sufrido las mujeres, no solamente Ana Guevara.

Según cifras del Inegi, en 2015 hubo una prevalencia en el 73.4% de violencia contra mujeres mayores de 15 años. No hay datos confiables respecto al número de feminicidios, pero las víctimas se cuentan por miles en el Estado de México.

Los golpes los recibió Ana Gabriela Guevara, pero la vergüenza de que estas agresiones pueden sucederle a cualquier mujer, nos la llevamos todos. La crisis por violencia de género que padecemos parece que no ha tocado fondo aún. No basta con que presenten a los agresores en el circo informativo, deben ser castigados por la justicia.

Que el caso de Ana Guevara nos sirva para voltear a ver a las miles de mujeres víctimas de violencia, hoy invisibles.

SubmarinoPolitico.com

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