Bantú o el escarnio en la muerte

Lydiette Carrión

OPINIÓN 11/08/2016 10:12 Lydiette Carrión Actualizada 10:12

Los capitalinos nos enteramos de la muerte de Bantú el 8 de julio pasado, un día después de que se anunciara con bombo y platillo que el gorila de las tierras bajas occidentales, una especie en peligro de extinción, se trasladaría desde el zoológico de Chapultepec hasta el de Guadalajara, para cruzarse con dos gorilas hembras. La esperanza: que Bantú engendrara hijos. Pero no fue así. El gorila, que fue anestesiado para su traslado, nunca despertó.

Las autoridades se apresuraron a decir que se trataba de un evento desafortunado, que se habían seguido los protocolos. Otros expertos pusieron en duda esta versión: todo señala a que hubo negligencia. 

Después Bantú fue sometido a la sierra y los cuchillos de médicos veterinarios. Pero resultó una autopsia brutal, irrespetuosa. El cuerpo, o más bien, trozos del cuerpo de Bantú fueron expuestos a la opinión pública: una cabeza, las vísceras en bolsas amarillas, las extremidades. El piso lleno de sangre. ¿Era necesaria una autopsia así? De nuevo, no. 

Las versiones comenzaron a ir y venir: no sólo sobre el mal manejo en el traslado de Bantú, sino en su salud previa, que tal vez estaba enfermo del corazón, que si su comportamiento frente a otros animales, frente a los humanos no era el adecuado. Que si era buena idea o no el cruzarlo en primer lugar. 

Ahora, revelan una nueva información: según un estudio realizado por investigadores de la UNAM, Bantú tendría afectaciones en su salud reproductiva, ya que un conteo había arrojado que tenía pocas células germinales, las precursoras de la formación de espermatozoides. 

Más aún, en encuentros previos con una hembra, Bantú se había mostrado hostil. Su falta de herramientas sociales se debería al encierro. 

Tal vez estéril, poco sociable con las hembras, enfermo del corazón… Bantú pasó de ser el gran semental a gorila enfermo y estéril en menos de un mes. ¿qué se atravesó? Una muerte poco esclarecida. 

La manera en que se ha manejado la muerte de Bantú, tanto por las autoridades como por la prensa, recuerda un poco la forma en que se desmenuza y destruye la vida de las personas que han sido víctimas de un crimen. Imposible no pensar en las mujeres víctimas de feminicido: autoridades desmenuzan la vida privada (que si tenía un novio, o dos, que si salían en la noche, que si “sólo consumía marihuana”), alegan la intención de esclarecer el crimen. Pero mientras destruyen la dignidad de quien ya no respira.

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