Ricardo Monreal inició el día de malas, tantos conos que osaron atravesarse con su mirada en las calles de la colonia Tabacalera, camino al trabajo, detonaron la frase que puso a temblar a sus colaboradores: “Prende el Periscope”, que encuentra su equivalente en el mundo de los mortales de a pie, con arrebatos del tipo: “Llama a la patrulla”, “pásame la pistola” y hasta la clásica “suelta a los perros”. 

Lo que pasó después ahora es conocido por todo el mundo; literalmente, la noticia de la agresión de Monreal en el set callejero de la filmación de la película Roma, dirigida por Alfonso Cuarón, llegó a los principales medios de comunicación del mundo, como CNN, la revista especializada ‘Variety’; ‘The Guardian’, en Inglaterra; ‘El País’, en España; la lista es larga. 

Monreal imitó la estrategia justiciera social en el uso de Periscope popularizada al extremo por Arne Aus den Ruthen, pero con poca gracia. Y el político terminó como una suerte de ‘Cocodrilo Dundee’ zacatecano con fobia a los conos. Con frases como “quítenme este desmadre”, “no, no, yo soy el delegado; no hay ningún permiso”, “ustedes deben regirse con la ley de la delegación”, remató el doctor en derecho.

El incidente que terminó a golpes entre el grupo de choque de Ricardo Monreal y la producción de Alfonso Cuarón, expuso varios flancos del jefe delegacional: su ignorancia respecto a la Ley de Filmaciones de la Ciudad de México, al pretender imponer un permiso especial por respeto a las “leyes de la delegación”. Queda en evidencia la falta de comunicación de la delegación Cuauhtémoc con el gobierno central, respecto a la agenda de eventos que tendrán afectaciones en la vía pública. Nadie en la Cuauhtémoc estaba enterado de los detalles ni del permiso de la filmación, ni la directora Jurídica y de Gobierno, Zulema Huidobro, mucho menos Herman (¿Monster?) Domínguez, director de Mercados y Vía Pública, responsable de “su gente”, frase utilizada por Mon-real al solicitar la presencia del grupo de choque en la Tabacalera.

Miguel Ángel Mancera cometió un error que va contra su investidura como jefe de gobierno, al no llamar a cuentas al jefe delegacional en Cuauhtémoc debido al uso ilegal de la fuerza pública y por comportarse como hampón, más que como autoridad. No sólo se actuó así contra la producción del reconocido cineasta, también utilizó la misma estrategia con golpeadores en el desalojo de indigentes del parque de la Ciudadela hace unos días. La Comisión de Derechos Humanos capitalina debería asignar visitadores en los “operativos”, eufemismo de redada o razia, encabezados por el delegado, sus sub-alternos y pandilleros al servicio de Morena. 

La cadena de errores de la breve pero desastrosa administración en la delegación Cuauhtémoc debe ser una señal de alerta que permita al ciudadano ponderar los excesos en el pequeño laboratorio de gobierno, cuyo riesgo de replicarse en toda la ciudad es real. Valga el listado: La interrupción de la cadena de custodia en el caso del dinero que “apareció” en las oficinas de la Cuauhtémoc; los “inexplicables” 600 mil pesos en efectivo de Pedro Pablo de Antuñano; los poco claros negocios con el constituyente Bruno Bichir en la colonia Condesa, así como la construcción de nuevos grupos clientelares con organizaciones de ambulantes, le han dado a Monreal una estructura de ‘mapaches’ para competir en elecciones y consultas. Como delegado en Cuauhtémoc, Ricardo Monreal es más peligroso que Nerón porque no sólo está acabando con la Roma, también con la Condesa, la Tabacalera y las colonias que se pasen por la mira de sus ocurrencias y excesos de poder. 

Periscopio. La desafortunada conducta de Ricardo Monreal lo expone como al cangrejo de la cubeta; Alfonso Cuarón, después de triunfar en el mundo como cineasta, regresó a México a filmar luego de 15 años de ausencia. El delegado de Morena salió en defensa de los “viene viene” de la zona y los equiparó con el equipo de filmación. ¿Cuánto costó a la producción de “Roma” la irrupción del delegado en el set?

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