¡Si no puede, que renuncie!

OPINIÓN 07/11/2014 05:00 Actualizada 05:00

La desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa y el asesinato de otros seis es el tema nacional que simboliza la situación de descomposición política y social que aqueja a nuestro país.

Es el extremo de la política represiva que ha caracterizado al gobierno de Enrique Peña Nieto. En menos de dos años asesinaron en Chihuahua a Ismael y Manuelita por defender el agua de su comunidad; provocaron la muerte del artista Kuy Kendall con una bala de goma. De la misma forma asesinaron a un niño en Puebla durante una protesta; en Sinaloa, mataron a Atilano Román, dirigente de los desplazados; en Guerrero, le quitaron la vida a la dirigente campesina Rocío Mesino; en Tamaulipas, ultimaron a la tuitera Rosario Fuentes; en Tlatlaya, estado de México, fusilaron a 22 jóvenes.

En Sonora encarcelaron a Mario Luna, líder Yaqui, por defender el agua de su comunidad. También, encarcelaron al doctor Mireles y a Nestora Salgado, dirigentes de las autodefensas de Michoacán y las policías comunitarias de Guerrero, respectivamente. En Puebla metieron a la cárcel a Adrán Xicale por protestar contra obras faraónicas del alcalde en Cholula. En Quintana Roo, encarcelaron a ciudadanos y periodistas que rechazan la privatización del agua. En Chiapas, detuvieron a los que piden fertilizantes para la tierra.

Es todo el país. Es la ofensiva violenta de un narco Estado neoliberal. Son crímenes de Estado. Son crímenes de lesa humanidad.

Detrás de esta descomposición se encuentran las privatizaciones, la caída del salario, el desempleo, la quiebra de la empresa nacional, el ataque a la educación pública, la ruptura del tejido social y productivo y el asenso del narcotráfico como la macabra quinta fuente de empleo en el país.

Y aun así, con todo ello, se atrevieron a cancelar el derecho del pueblo mexicano a ser consultado sobre la Reforma Energética.

En medio del desastre la sociedad ha salido a las calles a exigir:

* Presentación con vida de los 43 normalistas desaparecidos.

* Libertad de todos los presos políticos

* Fin al acoso gubernamental hacia los jóvenes y estudiantes del país.

* Respeto y apoyo a las universidades, normales y al Instituto Politécnico Nacional

* Derogación de las reformas laboral, educativa, fiscal y energética

Si Enrique Peña Nieto no puede o no quiere cambiar su política, entonces debe renunciar para dar paso a la paz, a la regeneración de las instituciones, a la democracia y a la recuperación de la economía.

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