María, desigual eres de gracia
LEO AGUSTO
María es originaria de una comunidad rural mixe del Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca, donde no había escuela; su padre pensó que para ser una “buena mujer” no era necesario estudiar, sino aprender las labores del hogar y el cuidado. Ella no sabe leer ni escribir, se casó con un trabajador de la construcción y tienen cuatro hijos que no terminaron la preparatoria.
Matilde vio la primera luz en Ensenada, Baja California. Su padre es médico y su madre enfermera y le inculcaron la importancia del estudio y del idioma inglés. Ella estudió Derecho en la universidad estatal, se casó con un abogado y tienen dos hijas que estudiaron en escuelas bilingües. Ambas son profesionistas y una de ellas estudia un posgrado en los Estados Unidos.
María emigró a la Ciudad de México en 1985, aquí ha sido objeto de discriminación y maltrato. María es una empleada doméstica ejemplar, desde hace 20 años realiza jornadas de 10 horas. Gana 300 pesos al día, no tiene seguro médico y cuando llegue a la vejez no tendrá derecho a recibir una pensión. Su esposó regresó a México después de trabajar varios años en Estados Unidos y ha tenido dificultades para encontrar un empleo digno.
Matilde trabaja en el Poder Judicial de la Federación desde hace más de 20 años y percibe un salario de mil 500 pesos diarios con todas las prestaciones de ley. También cuenta con un seguro de gastos médicos mayores que le salvó la vida cuando le detectaron cáncer de mama hace un par de años.
Ambas, María Basilio y Matilde Arriba nacieron el 4 de abril de 1970. Ambas tienen los mismos derechos según la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: a la educación, al trabajo digno, a la protección en salud. Sin embargo, el azar favoreció a Matilde desde su nacimiento y la abismal brecha ha crecido entre ambas a lo largo de sus vidas.
Con esta desgarradora comparación que le acabo de citar inicia el informe “Desigualdades en México 2018” elaborado por un equipo multidisciplinario de 11 profesores investigadores del Colegio de México que se presentó ayer. Como usted puede percibir, nacer hombre o mujer; en el sur o en el norte; en zonas rurales o urbanas, así como el color de la piel, marcan el destino de poblaciones enteras.
El informe identifica las desigualdades en el ingreso, educación, territorio y género. Presenta un profundo diagnóstico del deterioro en el ingreso medio que ha perdido el 13% en los últimos diez años. Es decir, antes era de 6 mil pesos al mes y hoy es de 5 mil 200 pesos. En los últimos diez años, el ingreso de quienes cuentan con estudios profesionales o preparatoria ha perdido una tercera parte de su valor. Y también otros factores aumentan la desigualdad, como el cambio climático, donde los desastres ocasionados por las lluvias y el aumento en la temperatura afectan en mayor medida a los municipios pobres del país.
La pobreza y la desigualdad será uno de los temas del tercer debate entre candidatos a la Presidencia a celebrarse el próximo 12 de junio en Mérida, Yucatán. En ese sentido, el informe presenta mediciones de la palabra “desigualdad” en porcentajes del total de las palabras en las plataformas electorales de los partidos políticos. Ningún partido aborda el tema en más del 1%. El tema no es considerado con seriedad por la clase política, cuando la desigualdad es la causa de la corrupción, no al revés, como considera “ya sabes quién”, aunque ha mencionado con bonita retórica que “hay que darle la mano a quien se ha quedado atrás para que avancemos todos”.
En los dos debates anteriores hemos atestiguado chistes y valentonadas. El informe “Desigualdades en México 2018” es un diagnóstico serio que busca incidir en la creación y aplicación de políticas públicas que disminuyan la enorme brecha en la movilidad social, ‘antes de que el volcán haga erupción en nuestras narices’. Los ratones de biblioteca ya hicieron su trabajo, esperemos que las ratas de dos patas hagan el suyo.
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