Otra vez le ganó la víscera al líder moral de la indignación nacional, ahora fue por la declaración del premio Nobel de Literatura, veamos. El autor nacido en Arequipa, Perú, y nacionalizado español, dijo la semana pasada que un eventual triunfo de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones de julio próximo “sería un retroceso tremendo para la democracia en México”. Pero el autor de ‘Pantaleón y las visitadoras’ no paró ahí, dijo que López representa “una democracia populista y demagógica, con recetas que están absolutamente fracasadas en el mundo entero”. Aunque la frase también aplica al capitalismo, se refería a los gobiernos de izquierda en América Latina, representados emblemáticamente por el gobierno de Hugo Chávez, en Venezuela.

Desde Chihuahua, López Obrador dijo que Mario Vargas Llosa es un “buen escritor, pero un mal político”, pero que no se iba a “enganchar”. Como buen acólito del PES, el tabasqueño dijo: “No voy a caer en ninguna provocación”, esto como la frase que releva a la legendaria “con todo respeto”. Pero la réplica era ya una señal del enganche. A López se le olvida que en 2013 Vargas Llosa hizo las paces con el PRI y se desdijo de su histórico dicho: “Cuánto me alegro de haberme equivocado, era una dictadura imperfecta y la prueba es que no hay una dictadura en México”. Esto en el marco del festival cultural Viva Perú, celebrado en nuestro país.

No sabemos si López y sus asesores han perdido la memoria o en verdad están decididos a evitar cualquier viso de conflicto con el gobierno del presidente Peña Nieto. 

Pero las hordas pejistas no se cansaron de trinar en redes sociales para descalificar lo dicho por el también ex candidato a la presidencia de Perú. A Vargas Llosa lo bajaron del pedestal liberal por acuñar en los años 90 del siglo pasado la definición del régimen priísta como “la dictadura perfecta”. Incluso la historiadora Carmen Bojórquez, de El Colegio de Sonora, llamó desde su cuenta de Facebook a una quema de libros del autor incómodo, tal y como lo hiciera el Tercer Reich, de Adolfo Hitler, el 10 de mayo de 1933, para condenar a los autores contrarios al régimen nazi. 

Más allá de si Vargas Llosa tiene razón en su llamado desde Madrid, donde la distancia puede distorsionar su visión de la realidad mexicana, lo cierto es que López Obrador sigue mostrando señales de intolerancia alarmantes. Porque también se enganchó con el caricaturista Paco Calderón que, en una de sus entregas, definió a Vargas Llosa como un buen autor que vive de las regalías de sus libros y a López Obrador como un mal político que vive de las regalías de los suyos. Así replicó el tabasqueño en redes sociales: “...dibujaron a Vargas Llosa, jovial, y a mí, chocheando. Me acordé que Clemente Orozco pintaba a Díaz como gigante y a Madero como pigmeo. Guardadas las proporciones, no descarto que al monero se le quite lo retrógrada y se vuelva liberal. Ojalá”.

No extraña que López se compare esta vez con Madero, si se ha comparado hasta con Jesucristo. Lo que sorprende es que después de pactar con los sectores más intolerantes de la derecha y con lo más corrupto del PRI y del PRD, se autodenomine “liberal”. 

Periscopio. El PRI en el Estado de México quiere que ‘la muñeca sea pelona pero con trenzas’; el Tribunal Electoral del PJF revocó el convenio de candidaturas comunes en el Edomex, señaló que el reparto de candidaturas para diputaciones locales en 15 distritos es desigual con sus aliados, el Partido Nueva Alianza y el Verde Ecologista. Dice el Tribunal que la suma de los votos del PRI y Panal suman 60% de los votos en la elección inmediata anterior y que, sin embargo, el PRI postula 13 candidaturas y el Panal 2, de un total de 15. Este miércoles se tendrán que presentar ante el Tribunal Electoral las modificaciones correspondientes; de lo contrario, la alianza electoral quedará sin efecto. Recordemos que Nueva Alianza fue el factor que definió la elección para gobernador donde contendieron Alfredo del Mazo y Delfina Gómez.

Ay hueso, no te acabes nunca.

t@LeoAgusto