Obama en México

OPINIÓN 03/05/2013 00:00 Actualizada 00:00

Es curioso y no carente de significado que la visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se presente inmediatamente después del 1 de mayo. Parece una respuesta a modo frente a las manifestaciones efectuadas durante la conmemoración del Día del Trabajo allá del otro lado del río Bravo en por lo menos 100 ciudades para exigir la regularización de los trabajadores indocumentados.

El periódico electrónico Latinos Post (1/V/13) explica el motivo de esta estrategia por parte de los manifestantes: “En lugar de un solo gran evento como el que tuvo lugar el 10 de abril en Washington DC, que reunió a más de 30 mil personas, los organizadores prefirieron realizar muchos pequeños eventos en 100 ciudades a lo largo y ancho del país. Los inmigrantes indocumentados frecuentemente tienen problemas para cruzar las líneas fronterizas de los estados, de manera que las protestas locales son mucho más fáciles de llevar a cabo”.

Como se sabe, el voto latino fue determinante para lograr la reelección de Obama el 6 de noviembre del año pasado. En efecto, 71% de los ciudadanos hispanos se inclinó en favor del primer presidente afroamericano. Y éste asumió el compromiso de responderle a ese sector del electorado con resultados concretos. Uno de ellos, sin duda el principal, es la reforma migratoria.

Contemplada desde Estados Unidos, la visita a México resulta una señal positiva en ese sentido. Más ahora que se está preparando en el Senado, con base en el trabajo de una comisión bipartidista, un documento marco que le daría cauce a la demanda de cerca de 11 millones de inmigrantes indocumentados que actualmente residen en la Unión Americana. En esa población hay de todos los colores y sabores pero, desde luego, predominan nuestros connacionales.

No sé si así lo planeó el equipo de colaboradores de Obama, pero les quedó como anillo al dedo. Viene la presión pública el 1 de mayo, viene la respuesta con la visita a México. Y la presión se traslada, indudablemente, a los republicanos que han sido los más reacios a resolver el problema de los indocumentados. Lo que han hecho estados controlados por los conservadores es negar los servicios sociales básicos como la educación y la salud, incrementar las persecuciones y las deportaciones. En fin, atizar la xenofobia, los malos tratos y la discriminación.

Pero ya están viendo que esa actitud es contraproducente. Los inmigrantes o descendientes de inmigrantes se la cobraron a los republicanos. Su candidato a la presidencia, Mitt Romney, fue el gran derrotado. Los conservadores no tomaron en cuenta el cambio demográfico registrado en Estados Unidos y el peso político que hoy han adquirido los latinos en ese país. La derrota los ha hecho recapacitar. Por eso es que ahora accedieron a formar esa comisión bipartidista que está elaborando la reforma migratoria.

El punto de controversia es el estatus que se le dará a los indocumentados. Los republicanos están dispuestos a otorgar la residencia legal a un número importante de inmigrantes, pero no la ciudadanía. En contraste, los demócratas están dispuestos a dar mayores facilidades tanto para proporcionar la residencia como para acceder a la ciudadanía.

La diferencia de posiciones estriba en que los republicanos saben que si les dan la ciudadanía a los inmigrantes éstos seguramente irán a engrosar la votación de los demócratas. Nada tontos, los republicanos están impulsando la figura de un republicano latino como posible candidato a la elección presidencial de 2016, el senador por Florida Marco Rubio.

Este político, de origen cubano, forma parte de “el grupo de los ocho”, o sea, la comisión bipartidista que está elaborando la reforma migratoria. En su concepto, ninguna reforma en este sector puede pasar sin que se refuercen los mecanismos de control en la frontera con México. Na’ más eso faltaba.

 

* Profesor del ITESM-CCM

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