Todo para perder

JUAN ARVIZU ARRIOJA

OPINIÓN 02/01/2017 09:26 JUAN ARVIZU ARRIOJA Actualizada 09:26

Cuando el presidente Enrique Peña Nieto dijo, hace dos años, que se acababan los gasolinazos mensuales, puso su prestigio en prenda y hoy su palabra es repudiada por la vox populi.

La propaganda del gobierno federal enarboló la idea de que uno de los efectos de la reforma energética sería el de precios a la baja de los petrolíferos.

Hoy el descontento social hacia Enrique Peña Nieto se ha acentuado, pues de aquellas declaraciones nada hay cierto.

El secretario de Hacienda, José Antonio Meade Kuribreña, ha dado una explicación técnica y ha dejado de claro que las alzas evitan una erogación de unos 200 mil millones de pesos, este año, equivalente al presupuesto de la UNAM.

A la vez, el presidente del PRI, Enrique Ochoa Reza, ha reconocido que fijar esas alzas, que van del 20 al 25%, representan medidas difíciles. 

Estos incrementos son un martillazo más al andamio que se construye desde el poder Ejecutivo federal para bajar al PRI de la Presidencia de la República.

Meade Kuribreña y Ochoa Reza son un par de golondrinas frente a la andanada de la oposición en el Congreso, que capitaliza el descontento de la gente.

De nuevo, en redes sociales fluyen corrientes de desaprobación a una medida gubernamental, con propuestas de presión para obligar a dar marcha atrás a estos incrementos a las gasolinas y diésel.

La percepción es que el malestar social es alto, al tiempo de que en el gobierno de la república no hay quien responda. Pareciera que, como llega a ocurrir en boxeo, el país presencia una pelea arreglada para perder.

El hecho innegable es que Enrique Peña Nieto no se defiende con la explicación técnica de Meade Kuribreña, ni con la posición de respaldo político de Ochoa Reza. Y ambos pueden perder eficacia sin un plan general de acción.

Si la apuesta es a que la frustración social brote detrás de la inconformidad de quienes llaman a poner en jaque al gobierno federal, la omisión del debate en los medios, tiene grandes márgenes para ganar. Los liderazgos nacen y mueren en plazos muy cortos en las redes sociales.

Las acciones políticas de reprobación en el Congreso de la Unión, donde se decide lo que las mayorías votan, están condenadas a ser estériles. El amortiguador tiene las siglas del PRI y PVEM.

La Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), que tendrá reunión este miércoles con Enrique Peña Nieto, es un club de dependientes del Ejecutivo Federal.

El descontento tiene descargas en las urnas. Así de sencillo. Las gubernaturas perdidas el año pasado, por el PRI, en parte son resultados de hartazgos, por la corrupción local, por ejemplo.

Ahí es donde las decisiones de hoy serán reflejadas en hechos rotundos. Si en los resultados electorales de 2017 y 2018, Enrique Ochoa Reza es todavía presidente del PRI, levantaría la cosecha.

Hoy, sin un presidente que defienda sus decisiones, que convoque el apoyo general, que sume, lo que se observa es el movimiento táctico para que el PRI se retire de Los Pinos. Como están las cosas, la alternancia sería más fácil que en 2000.

VENTANAL. Ir a periodo extraordinario del Congreso, en enero, para legislar en materia de Seguridad Interior, es la respuesta del PRI, desde el poder Legislativo a las Fuerzas Armadas, que por conducto del secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, piden marco legal para actuar contra el crimen organizado. Nada es seguro, de modo que diputados y senadores, podrían discutir y votar el tema entre febrero y mayo.

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