¡Es el cambio!

Martí Batres

OPINIÓN 01/05/2018 11:04 Martí Batres Actualizada 11:04

La idea que está marcando el presente proceso electoral es el cambio. El único candidato que está dominando este concepto es Andrés Manuel López Obrador. Desde lo simbólico hasta lo concreto es el candidato de Morena quien llena las expectativas de transformación de la ciudadanía. 

Pasaron ya 18 años desde la llegada de Vicente Fox a la presidencia. En este lapso, México ha experimentado las políticas económicas de PRI y PAN sin que uno u otro haya significado un cambio palpable.

Al contrario, los problemas que dejaron latentes Salinas y Zedillo se agravaron con los gobiernos posteriores. No sólo no accedimos al primer mundo, sino que pobreza, delincuencia y violencia se han disparado. De esta catástrofe han sido corresponsables las últimas administraciones con las que han colaborado de una u otra forma el resto de los candidatos.

En cambio, en estas casi dos décadas, López Obrador ha marcado el contraste con el régimen. Como gobernante, instauró derechos sociales en la Ciudad de México que primero fueron criticados y atacados por el gobierno pero, posteriormente, fueron imitados. Gracias a AMLO, los adultos mayores de la ciudad reciben una pensión y hay que reconocer que, también, gracias a él, los adultos mayores de todo el país reciben un apoyo económico. 

Como político, el tabasqueño ha señalado y denunciado los abusos del régimen. Desde los lujos insultantes con los que se maneja la clase política, hasta la escandalosa corrupción que han significado las privatizaciones. Mientras, el régimen sólo ha ofrecido explicaciones poco convincentes, miseria y violencia.

Resulta lógico que luego de 18 años, la ciudadanía saque sus conclusiones y evalúe de forma negativa tanto a panistas como a priistas. Sin embargo, en el colmo de la soberbia, las plataformas de PRI y PAN se contentan con ofrecer lo mismo que sus antecesores. Ante el desastre económico, sólo atinan a ofrecer más reformas estructurales, ante la violencia proponen más guerra, ante la pobreza, la oferta del PRIAN es continuar y radicalizar las medidas que han hundido a millones de familias mexicanas.

Hace 12 años combatieron a López Obrador con el miedo, hoy vuelven a hacerlo. Sin embargo, no reparan que el contexto no es el mismo. Hace dos sexenios muchos mexicanos sentían que podían perder con el triunfo de AMLO. Hoy buena parte de ellos han perdido lo que tenían en aquel entonces, pero con administraciones de PAN y PRI. Otros saben que de no cambiar las cosas, podrían perder lo que aún conservan. La realidad cambió la dirección del miedo que ahora apunta a los señores Anaya y Meade.

Por eso, ambos personajes necesitan más que buenos publicistas. Para contener a AMLO, Meade o Anaya tendrían que romper con el régimen. Sin embargo, no lo han hecho ni lo pueden hacer, ni lo quieren hacer.

En una jugada que parecía inteligente, los priistas postularon a Meade, un ciudadano sin partido. Pero ser postulado por el PRI acabaría con todo el margen de supuesta independencia ciudadana. Y abrazar la causa del gobierno de Peña Nieto terminó por anclar a Meade.

Anaya, por su parte, un día ofrece encarcelar a Enrique Peña Nieto y al siguiente le tiende la mano para pactar su apoyo para enfrentar a López Obrador.

Ni Meade ni Anaya pueden representar el cambio que reclama México. Ellos encarnan lo que hay que cambiar. Representan una economía que no crece y un salario mínimo miserable; representan 200 mil muertos y 258 mil millones de pesos desviados por sus gobernadores. Se trata de la debacle de una derecha mexicana vieja, sin proyecto y sin rumbo y sobre todo, sin propuesta, convicción y credibilidad del cambio.

 

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