Trío de jadeos

Sexo 18/01/2019 05:18 Anahita Actualizada 14:29
 

En medio de la pista,  Claudia se movía ligera, como navegando en el oleaje de la música del antro que explotaba en colores, bullicio y sudores.

La noche apenas comenzaba y, poco a poco, fue llenándose el recinto y Claudia no paraba de bailar sola, libre, tan libre como sus manos que revoloteaban en las alturas y después descendían para viajar por sus curvas.

El trayecto dibujaba a una diosa. Sus palmas recorrían el contorno de su cuerpo y despeinaban sus cabellos.

Así llegaron Bernardo y Luis que, desde la puerta, ya la habían visto en su contoneo. Se estacionaron en la barra, pidieron dos cervezas y volvieron a contemplarla en su danza hechicera.

Entonces, se unieron al baile. Luis le susurró algo al oído y Bernardo le daba un trago a la cebada. En respuesta al cuchicheo, Claudia rió a carcajadas y lo abrazó estrellando sus pechos en el torso masculino.

Bernardo la invadió cadencioso por detrás. Claudia cerró los ojos y rodeando a Luis con un brazo, con el otro aproximó la cabeza de Bernardo hacia su cuello y él le lamió la oreja mientras su centro se repegaba en su trasero.

Luis empezó a besarla y ambos penes se irguieron al contacto con la diosa bailarina. Claudia le ofrecía el culo a uno y su mano al nivel del cierre, al otro.

Bernardo la tomó por la cintura y Luis la sostenía de las mejillas besándola con endemoniada sensualidad. Claudia entre que cantaba y jadeaba con un éxtasis mayor que el de la gente bailando a su alrededor.

Ella soltó a Bernardo y se levantó la minifalda despacio, con ritmo, deslizándola desde un muslo como lo hizo con una de las manos que rodeaban su cintura para llegar a la piel desnuda.

Bernardo acarició y alcanzó su entrepierna, internándose lentamente en la húmeda caverna. Claudia soltó un gemido sobre la boca de Luis, por lo que él se percató de lo que sucedía allá abajo y se sumó al evento.

Sin dejar un ápice entre los tres cuerpos, Luis, entonces, subió por completo la falda y metió la mano en las bragas; la de Bernardo ya estaba amasando las nalgas. Claudia comenzó a menearse más por el escarceo que por los sonidos tecno.

Ahora, el trío jadeaba al unísono, mientras las notas fondeaban la especial composición musical de sus alientos. Bernardo volvió a restregarse en sus glúteos y con sus palmas cubrió sus senos.

Luis se despegó del par y empezó a bailar solo, a la vez que admiraba aquel ritual. Claudia arqueaba el cuello y su pareja lo besaba.

“Vámonos ya”, lanzó ella jadeante. Bernardo la viró para quedar frente a frente y le engulló la boca con lujuria. Luis se aproximó a ellos, se la arrebató y ahora era él quien se la comía a besos. “Vámonos ya”, repitió suplicante.

Mientras Luis conducía, atrás el dúo se revolcaba en un faje ansioso. “Dejen algo”, les dijo el primero y los otros ni caso hicieron. Y cuando Bernardo estaba a punto de bajarse el cierre, ella lo detuvo.

“Todavía no”, respondió sofocada, “ayer quedamos que todo en el hotel y al mismo tiempo”. “Una chupadita nada más, ándale”, pidió Bernardo.

Claudia volvió a carcajearse y le dijo que no, “porque capaz de que te vienes y allá nomás te vas a quedar mirando”. Luis sonrió burlón: “Tranquilo, ya llegamos”.

Y así entraron al cuarto riendo, besando y acariciando candentes y bien preparados por el electrizante encontronazo en aquel antro para cerrar el pacto que hicieron los tres amigos.

Google News - Elgrafico

Comentarios