Aumento al salario, promesa cumplida

Martí Batres

OPINIÓN 18/12/2018 09:04 Martí Batres Actualizada 14:05

México llega al 2019 con muchas transformaciones. Una de ellas es la que tiene que ver con los salarios. Ayer fue anunciado formalmente que la percepción mínima pasará de 88.36 a 102.68 pesos. Por primera vez, en décadas, los salarios mínimos tienen un incremento sustantivo en México y los coloca en la línea de bienestar individual. Prácticamente, desde 1976, el llamado salario mínimo no incrementaba de forma real y desde el gobierno de López Portillo al de Peña Nieto experimentó un desplome real.

Así, mientras los salarios tenían un incremento meramente marginal, el precio de la vida se fue por los cielos. En términos reales, desde hace 42 años los trabajadores ganaron menos de lo que necesitaron para vivir.

La capacidad de consumo de los trabajadores se pulverizó. El salario mínimo dejó de ser suficiente hasta para adquirir una canasta básica. Un ejemplo claro de esto es el precio de la tortilla, el alimento básico de las familias mexicanas:

En 1987, un día de salario mínimo alcanzaba para comprar 51 kilos. Mientras que en el sexenio que concluyó el salario mínimo alcanzó, apenas, para comprar un poco más de seis kilos de este producto. Si se hubiera continuado con la misma tendencia, el incremento al salario no hubiera servido para que las familias pudieran comprar un kilo más de tortilla. El salario mínimo sufrió tal empobrecimiento, que en el sexenio pasado dejó de ser utilizado como parámetro para fijar multas y contribuciones. El argumento que esgrimieron los impulsores de esta medida es que el minisalario dejó de ser “real”.

Sin embargo, los salarios de los altos servidores públicos no corrieron la misma suerte. En la cúspide de la burocracia, las remuneraciones sí crecieron y muy por encima de la inflación. Se llegó al insultante absurdo de que el titular de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami), encargado de fijar el ingreso mínimo, percibía en un mes 173 mil 620 pesos brutos, cantidad que equivaldría a casi mil 500 días de trabajo para una persona con el mínimo.

 El incremento anunciado es histórico, significa el inicio de una nueva política salarial encaminada a la recuperación del poder adquisitivo de las familias, lo que impactará también de forma positiva en el incremento del consumo y, por tanto, en una reactivación de la economía .

Es importante destacar que la medida no se dio a partir de la imposición presidencial, sino que fue resultado de un acuerdo con los representantes del sector empresarial y de las organizaciones sindicales. El apoyo a la medida fue unánime.

Además del consenso con los sectores laboral y empresarial, se contó con el acuerdo de las autoridades del Banco de México, con el objetivo de que esta alza no tuviera efectos inflacionarios.

Esta acción es otro compromiso cumplido. En un país donde es común que los políticos prometan en campaña exactamente lo que no cumplirán al llegar al cargo, la realización de la promesa es un hecho por demás relevante.

La reacción de mayor impacto sobre el incremento al salario mínimo, para sorpresa de muchos, no la enunció un personaje cercano al Presidente, sino Carlos Aceves del Olmo, quien se dijo seguro de que en los próximos seis años se hará más que en los 80 que tiene de existencia la CTM.

No obstante, es mucho lo que hay que recuperar de un salario mínimo que perdió el 80% de su valor adquisitivo.

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