Como si hicieran falta problemas, en el gobierno federal están muy ocupados en crear distractores. Ayer, el presidente López Obrador atizó contra Hernán Cortés al acusar que cometió el primer fraude de la historia de México. Pareciera broma, pero no lo es, dijo: “Apenas desembarcó en Veracruz, el conquistador Hernán Cortés, sin ningún fundamento legal, se autonombró alcalde. Fue el primer fraude”. Bolas, don Cuco.

Y es que para qué vamos a hablar de problemas económicos y de seguridad pública del país, cuando podemos discutir acerca del color de tremendas cortinas de humo.

El anzuelo cortesiano fue mordido por un pez gordo —entre otros—, el partido nacionalista Vox que contestó a Obrador en Twitter. “Alguien debería decir a este mediocre con ínfulas que México es independiente desde hace 200 años, que deje de pelearse con Hernán Cortés, que lleva más de 400 años muerto y que esa gallardía que demuestra debería practicarla con Maduro, que sigue matando”, replicaron desde el partido que pugna por expulsar a migrantes en España, así se trate de niños; políticas migratorias que no distan mucho de las aplicadas por el gobierno mexicano contra los hondureños, donde ni los niños se salvan de la migra azteca.

Los fundamentalismos de ambas corrientes políticas han polarizado a las sociedades mexicana y española. La sacudida no busca mejores sociedades, sino imponer a otros las ideas retrógradas y el pensamiento único. Y lo mejor que podría pasar es que la sociedad despierte y destierre del poder a la intolerancia y a sus representantes. 

El encuentro entre el fascismo de Vox y el absolutismo obradorista ha dado el primer capítulo de lo que será una guerra entre dos mundos muy parecidos. @LeoAgusto