RECORRIDO ÚNICO

Un viaje en el Metro de la CDMX con tu bicicleta; toda una travesía

A días de que se autorizó que bicicletas puedan ir en el transporte naranja, realizamos un recorrido y esto fue lo que sucedió

Bicicleta SCT Metro

(Foto: Hugo García, El Gráfico)

Al día 28/10/2019 10:08 Actualizada 18:25
 

El reloj marca las diez de la noche y el Metro sigue recibiendo a sus cotidianos pasajeros, pero desde la noche del 21 de octubre comienza a recibir otros: las bicicletas. 

En la estación Hidalgo, en la entrada de la Alameda, recorro un breve pasillo con pinturas colgadas en sus paredes, con mi bicicleta acompañándome, llego al torniquete, ahí paso la tarjeta y accedo por la puerta de servicio. 

Aún con gente en la estación, camino hacia el andén, en dirección al último vagón; en el caso de las mujeres, también se pueden ir con la bicicleta en el primero. Al llegar, nos replegamos mi bicicleta y yo  a la pared por seguridad, ya que si llegase a caer a las vías, provocaría un corto circuito que retrasaría la operación en un lapso de 20 a 30 minutos  y obviamente me quedaría sin bicicleta.

Espero la llegada del tren, el claxon anuncia su llegada invitándonos a abordar. 

Salen los usuarios y entran  otros,  espero a que terminen de ingresar para hacer lo propio; hay poca gente dentro del carro, la mayoría con cara de cansancio y viendo al intruso de dos ruedas, que tiene unos cuantos días viajando  con ellos. 

Me recargo sobre el fondo del vagón para bajar en la siguiente estación y transbordar en Guerrero. 

Al llegar, algunos usuarios  bajan para dirigirse a la línea B, camino y me cruzo con la primera bicicleta del recorrido. Cruzo el pasillo del transbordo bajando y subiendo escaleras con dirección Ciudad Azteca, aún la bici no me pesa tanto.

 

 
 
 
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RODANDO

En el andén vuelvo a recargarla sobre la pared y esperamos, pasan al menos diez minutos y escucho la alerta  del convoy, me acerco, pero el vagón va lleno y es imposible subir así. Espero el siguiente.

Pasan otros diez minutos y llega un tren un poco más vacío, pero aún con una cantidad considerable de gente. Subo y veo el mismo escenario: usuarios cansados y aún sin familiarizarse con mi acompañante, aunque también llega otro ciclista y se repliega en una de las puertas. 

Llegó hasta San Lázaro y bajo con un río de gente que fluye a pesar de la hora. Camino por un pasillo estrecho para ir a la correspondencia. Es avanzar deprisa y esquivar a las personas, cuidar de no golpear; es volver a bajar escaleras con ese río rápido y la bici ya pesa un poco más, la gente sigue caminando y uno trata de salir de aquel montón.

Aquel transbordo es de uno de los más largos del sistema, unos 300 metros precisamente, y se antoja montar la bici ante aquel pasillo ya un poco menos lleno, pero mantengo  la compostura y camino resignada  con ella a mi lado. 

Nuevamente, es bajar escaleras, la bici ya pesa mucho más, y me dirijo con  rumbo a la estación Pantitlán. Esperamos un rato, la noche es sinónimo de lentitud en el servicio, como si los noctámbulos no tuviéramos prisa de llegar a nuestro destino. 

El clásico sonido del Metro  nuevamente nos invita a abordar. Ya hay mucho menos gente que las veces anteriores, pero hay usuarios acomodados en la pared y en las puertas, por lo que tengo que maniobrar para acomodar la bicicleta. 

Uno va más cansado y se une a las caras de la gente que viaja en los vagones. Al llegar el andén, está en blanco, y uno tiene que volver a subir escaleras hacia la salida, donde mi compañera ya pesa como fardo y falta el recorrido para llegar a casa.

CIUDAD DE DOS  RUEDAS

Para alguien que ya usa la bicicleta como medio de transporte diariamente, quizá pueda ser desesperante y hasta tortuoso hacer estos recorridos; sin embargo, es para celebrarse la medida y representa una gran ganancia para la comunidad ciclista porque la gente comenzará a tomar más en serio usar una bici para transportarse. 

Quizá con esto, se piense más profundamente en las formas de movilidad de la gran ciudad monstruo y así generar nuevas propuestas y hasta hacer de esto una gran ciudad en dos ruedas.

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